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miércoles, 29 de mayo de 2013

De consumidores pasivos a protagonistas del cambio: la importancia del consumo responsable



Por Florencia Miliukas
              
Frente a los estímulos que constantemente incitan el consumo, existen organizaciones y entidades que desarrollan su trabajo en torno a fomentar prácticas de compra que sean responsables, es decir, que no deterioren el medio ambiente y favorezcan la igualdad social. Considerando, además, todo el circuito económico que comienza con la producción y culmina con la finalización el del uso de un producto.

Consumir responsablemente requiere de una perspectiva distinta: la Economía Social y Solidaria (ESS), la cual hace referencia a la idea de solidaridad, en contraste con el individualismo competitivo propio del comportamiento económico de las sociedades capitalistas.

La ESS promueve la comercialización bajo las normas del Comercio Justo¸ una forma alternativa de comercio que busca establecer una relación comercial voluntaria y justa entre productores y consumidores. Defiende principios como la producción desde cooperativas y organizaciones voluntarias que funcionan democráticamente, el rechazo a la explotación laboral de adultos y niños, la igualdad entre hombres y mujeres, la producción sustentable y el cuidado del medio ambiente, reducir los intermediarios entre productor y cliente, brindar información acerca del origen de los productos, entre otros.

En la actualidad, por ejemplo, existen gran cantidad de marcas que emplean trabajo esclavo y según datos de la Fundación La Alameda, marcas masivas como Mimo, Kosiuko o Bensimon, entre otras, mantienen a sus empleados en condiciones de sometimiento e incluso emplean mano de obra infantil. Debido a esto resulta fundamental la información a la que accede el público, ya que el consumidor que compra en esos locales contribuye, muchas veces sin saberlo, a perpetuar el sistema que degrada a los trabajadores más vulnerables del sistema.
Afortunadamente, existen mercados alternativos donde podemos conseguir gran variedad de productos que han sido elaborados siguiendo los principios de la ESS, como el Mercado Solidario Bonpland y el Galpón de Chacarita (ambos en Capital Federal).
               
La Asociación Civil Amartya instruye a los más jóvenes en prácticas responsables a la hora de consumir a través del programa ConSuma Dignidad, en el que realizan talleres en escuelas secundarias brindando información, herramientas y promoviendo que los adolescentes las lleven a sus comunidades.
 

Según Estanislao Sarandón -coordinador general de este programa-, la educación es una de partes más importantes del proceso ya que orienta a los jóvenes hacia una toma de conciencia respecto a las consecuencias y el impacto que sus prácticas tendrán sobre el conjunto de la sociedad. El programa está orientado a jóvenes de 16 a 18 años y se desarrolla con la finalidad de “transformar a los estudiantes en agentes activos de cambio en términos de la promoción del desarrollo sostenible, las prácticas éticas y la transparencia en el proceso de producción”.



Otra alternativa que plantean activistas con posturas más radicales, es el boicot como modo de  desestabilizar a aquellas empresas que realicen prácticas fuera de lo ético como explotar a sus trabajadores, abusar de precios, o deteriorar al planeta. Esta práctica activa de los ciudadanos consiste en negarse a comprar productos o en dejar de adquirir servicios de manera masiva para de este modo afectar directamente los ingresos de las compañías.

Los gobiernos y las empresas son dos piezas indispensables para que las prácticas responsables de consumo puedan ser accesibles a los ciudadanos en su totalidad, quienes deberían tener la posibilidad de elegir de qué forma consumir, a partir del acceso a la información y la ampliación de los circuitos de consumo alternativo.
La capacidad y riqueza del concepto de consumo responsable radica convertir en  protagonistas  a usuarios y consumidores, quienes tienen la capacidad de transformarse en actores directos del cambio a través de sus prácticas cotidianas e incorporar en sus consumos la satisfacción de contribuir a que las próximas generaciones encuentren un planeta con condiciones de mayor justicia, equidad y dignidad en las prácticas de intercambio.

Entrevista: MALLEN BAKER

Por Florencia Miliukas

 Mallen Baker es asesor en estrategias en Responsabilidad Social Empresarial (RSE), columnista de Ethical Corporation y fundador de Business Respect. Visitó la Argentina en el marco de la sexta edición del “Curso Internacional Universitario de RSE y Desarrollo Sustentable” organizado por Amartya junto con la Universidad de Buenos Aires, la Universidad noruega de Vestfold y la Institución Educativa Kulturstudier.

 ¿Cuál es su opinión sobre la actual crisis económica europea y cómo cree que ésta puede afectar la sustentabilidad?
La crisis en el Reino Unido, Europa y Estados Unidos es una crisis de sustentabilidad porque son sociedades en las que ha habido un nivel de consumo desmedido. Las personas vivieron más allá de sus capacidades financieras y más allá de lo que el planeta está preparado para soportar.

Lo que vemos ahora es que gran parte de esto ha colapsado, algunas personas pensaron que esto sería una crisis a corto plazo que se superaría luego de uno o dos años y se volvería a la instancia anterior.
Creo que aquellos empresarios, economistas y líderes que tienen una visión hacia el futuro están comenzando a  entender que este es un problema estructural que no va a desaparecer y que lo que no podemos hacer es volver al nivel de consumo que existía anteriormente porque volveríamos a generar el mismo problema y la próxima vez sería aun peor.

¿Hacia dónde cree que apunta el futuro de Europa?
Creo que nos veremos obligados a adoptar la sustentabilidad cuando las circunstancias creen condiciones que no puedan ser ignoradas. El comportamiento de muchas personas tiende a cambiar cuando lo perciben de manera palpable, inmediata y cuando se dan cuenta de que no tienen opción. Lamentablemente, pienso que en términos de sustentabilidad nos encontramos en esa situación.
Los gobiernos no se ponen de acuerdo en cuanto a las medidas a llevar a cabo, (...) no existe un consenso mundial y los empresarios no ven que los gobiernos estén tomando el liderazgo.

¿Cuánto tiempo puede llevar que se modifiquen las conductas de los consumidores?
Pueden modificarse muy rápidamente pero eso depende de factores externos. Las compañías tendrían que proveer alternativas para generar ganancias. Modificando la naturaleza del problema se resuelve el cambio hacia el futuro.

Su rol como consultor en RSE ¿está relacionado con crear nuevas oportunidades que las compañías no pueden ver?
Mi rol principal es hacer las preguntas que son tan obvias que los empresarios nunca se las hacen a sí mismos. No poseo un conocimiento experto en particular pero veo que muchas cosas están cambiando y que existen muchas posibilidades dentro de una amplia variedad de cosas. Mi rol es sintetizar y conectar esas cosas.
La realidad es que hay una sociedad con expectativas de cambio. La realidad es que hay problemas sociales que no pueden seguir siendo ignorados. La realidad es que existen desafíos. Apenas las compañías se expanden, las personas que están a cargo pierden el contacto y tienen que trabajar de manera consciente para lograrlo y yo tengo el privilegio de tener acceso a esos líderes empresarios.

¿Cuál es su objetivo principal cuando participa de este tipo de eventos y en especial cuando se dirige a un público tan joven?
Tiene que ver con alimentar una necesidad en las personas que moldearán el futuro. Las personas a las que me dirijo hoy son aquellas que quieren generar cambios, que ¿están pensando en sus carreras y me gusta pensar que ellos formarán parte de la solución en el futuro. Por eso intento presentarles estas problemáticas de una manera que resulte interesante para ellos, porque de esto depende el futuro de nuestra sociedad y no debería haber nada más interesante para nosotros que habitar un mundo agradable en el cual poder disfrutar de las cosas que nos dan placer. Las empresas pueden tener enorme influencia y pueden ser uno de los factores que nos conduzcan a lograr las cosas positivas que buscamos. Mi meta es intentar que ellos quieran ser parte de eso.

Leíste el Especial Amartya? Leelo acá:

sábado, 25 de mayo de 2013

Comprar basura: Obsolescencia programada, el motor secreto de la sociedad de consumo.



Por Florencia Miliukas




En el interior de varios de nuestros productos existe un mecanismo que permanece silencioso. La obsolescencia programada establece que el deterioro o la inutilidad de los mismos no es una simple casualidad, sino una estrategia de las empresas que deciden cuándo será el momento de desechar nuestros productos.

Como nos señala el materialismo histórico, en nuestra sociedad contemporánea las relaciones sociales predominantes se basan en el consumo. Las reglas que nos impone el mercado designan a las personas como consumidores que para realizarse como tales deben adquirir mercancías.
Según esta lógica, nuestra satisfacción pasa a colmarse a través de la adquisición de productos. Mediante este proceso adquirimos mercancías que están diseñadas para brindarnos muchas posibilidades… por un muy breve período de tiempo.

La perversidad del sistema siempre encuentra nuevas formas de mantenernos bajo su dominio y uno de sus mecanismos es la obsolescencia programada. Celulares, computadoras, heladeras y demás artefactos de uso cotidiano esconden dentro de sus mecanismos la fórmula secreta de su autodestrucción.
Esta fórmula consiste en una predeterminación que se desarrolla durante la fase de diseño de los productos. En la misma las empresas, de acuerdo con los fabricantes, establecen que tras un período de tiempo calculado los productos se tornen inservibles, obsoletos o simplemente dejen de funcionar.
Otro modo de obsolescencia programada, junto con la moda, es el que se produce a través de las innovaciones tecnológicas. La tecnología y sus ritmos nos estimulan a obtener constantemente nuevos objetos que nos parecen fascinantes e imprescindibles y que nos brindan infinidad de servicios y satisfacción, por muy poco tiempo.

Debido a que el único objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico, algunas variables como el gasto desmesurado o la generación de residuos pasan a segundo plano y este proceso, estimulado por la publicidad que nos incita a adquirir más y más, transforma a muchos usuarios y consumidores en un persistente séquito atento a las últimas novedades del mercado.

Otro impedimento que facilita esta tendencia se relaciona con la imposibilidad de reparar muchos de los objetos que dejan de funcionar y, en caso de que esto sea posible, el costo de la reparación resulta tan elevado que coloca al consumidor en una posición donde la solución más apropiada es la de comprar un nuevo producto.

Iniciativa
Frente a esta problemática, la asociación “I Fixit” (Yo lo reparo) propone en su manifiesto que la auto-reparación debe ser un derecho de los consumidores y una estrategia para evitar el deterioro del planeta. Para consultar la versión en español del manifiesto se puede ingresar en este link.

Mirá el “Comprar, tirar, comprar”, el documental de la TV Española que devela los principales conceptos sobre la obsolescencia programada.






miércoles, 26 de diciembre de 2012

LA PEQUEÑA AGRICULTURA FAMILIAR: POLÍTICAS HACIA UN MODELO DE DESARROLLO SOSTENIBLE

Por Florencia Miliukas

La Pequeña Agricultura Familiar es una de las propuestas que se considera como alternativa al modo de producción dominante. Por este moti­vo, organismos gubernamentales, como el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Campesina (CIPAF), cumplen un rol fundamental al llevar adelante políticas para fa­vorecer el intercambio entre los consumidores y los pequeños productores en nuestro país. 


La Soberanía alimentaria consiste en el derecho que tienen los pueblos de controlar el sistema agroalimentario y sus factores de producción, teniendo en cuenta el desarrollo sostenible y la seguridad alimentaria, que tiene como finalidad garantizar el acceso a la alimentación.
Esta alternativa, que surge como contrapartida de las propuestas de las políticas neoliberales, ha producido grandes debates a nivel internacional ya que plantea un nuevo marco que no solo priorizaría la producción local, sino que además generaría una protección contra las importaciones y una ayuda a los campesinos mediante políticas públicas.
 
 
En Argentina, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), organismo dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, es uno de los protagonistas fundamentales en la im­plementación de las políticas necesarias para que los pequeños productores y campesinos sean capa­ces de producir sus propias cosechas.
 

En este sentido, desde 2005, el CIPAF se encuentra desarrollando diferentes proyectos para llevar adelante de manera satisfactoria nuevos abordajes
en relación con la investigación, el desarrollo y la gestión de tecnología para los sectores rurales más postergados.
 
La estrategia de este organismo consiste en con­formar redes de investigación y desarrollo tecno­lógico; capacitar y formar permanentemente en estas nuevas tecnologías; diseñar una estrategia de comunicación y difusión apropiadas y facilitar la articulación entre los actores políticos nacionales,
provinciales y municipales. 

La producción para el autoconsumo de los campesi­nos es fundamental para que la dinámica funcione, pero la demanda de los consumidores es una varia­ble de gran importancia para establecer el desa­rrollo de estos pequeños productores.
Según Damián Alcoba y Sergio Dumraufn, las ferias regionales son una de las opciones que tienen los agricultores familiares para poder acercarse a los consumidores. Las mismas continúan consolidán­dose en diversas regiones del país, con lo cual “se pone de manifiesto la relevancia de las ferias de la Agricultura Familiar como canales alternativos no asimétricos destinados al consumo interno que contribuyen a afianzar la soberanía alimentaria, diversifican la comercialización y aportan al de­sarrollo rural”.

La posibilidad de crear canales directos entre pro­ductores y consumidores evita la intermediación de comerciantes, lo que propicia una mejora en las condiciones de venta y de consumo, añadiendo como valor la calidad y el cuidado en la produc­ción de los alimentos, ya que la mayoría de los pequeños productores utilizan modos de obten­ción de sus productos que van de la mano con el cuidado del medio ambiente.



Una de las herramientas que se proponen es el Pro­grama de Apoyo a las Ferias de la Subsecretaría de Comercialización para la Economía Social que, en­tre sus objetivos fundamentales, persigue la nor­malización, el fortalecimiento y la promoción de ferias y feriantes mediante el establecimiento de normas que colaboren a mejorar el hábitat ferial y la infraestructura, promover subsidios al trans­porte, generando microcréditos y promoviendo en­cuentros de intercambio y capacitación.
 
La intervención del Estado resulta vital ya que, como sostiene el CIPAF en una de sus publicacio­nes, “un Estado verdaderamente federal e inclu­sivo debe tener en cuenta las particularidades de cada región del país, de cada actividad producti­va, las perspectivas de los consumidores, su inci­dencia económica y no económica.”
Así como la coyuntura económica y política de las últimas tres décadas agudizó la exclusión de una importante porción de la población rural de sus tareas tradicionales, exigiendo como condición de rentabilidad la producción a gran escala y, por ende, la disposición de grandes capitales económi­cos, en la actualidad es difícil que los productores puedan hacer frente a sus producciones sin el apo­yo estatal. 

Es importante destacar el rol del consumidor den­tro de esta perspectiva ya que, al vincularse de este modo al mercado de consumo, deja de ser un mero comprador para pasar a convertirse en un actor fundamental y responsable que, a través de su posición, contribuye a este nuevo modelo de intercambio.
 
Debido a esto, las políticas que se implementen resultan vitales para lograr afianzar un modelo so­berano, en el que se garantice una proyección a largo plazo que contribuya a satisfacer las necesi­dades de alimentación y dignidad de las personas sin generar un impacto negativo sobre nuestro pla­neta .