sábado, 25 de mayo de 2013

Comprar basura: Obsolescencia programada, el motor secreto de la sociedad de consumo.



Por Florencia Miliukas




En el interior de varios de nuestros productos existe un mecanismo que permanece silencioso. La obsolescencia programada establece que el deterioro o la inutilidad de los mismos no es una simple casualidad, sino una estrategia de las empresas que deciden cuándo será el momento de desechar nuestros productos.

Como nos señala el materialismo histórico, en nuestra sociedad contemporánea las relaciones sociales predominantes se basan en el consumo. Las reglas que nos impone el mercado designan a las personas como consumidores que para realizarse como tales deben adquirir mercancías.
Según esta lógica, nuestra satisfacción pasa a colmarse a través de la adquisición de productos. Mediante este proceso adquirimos mercancías que están diseñadas para brindarnos muchas posibilidades… por un muy breve período de tiempo.

La perversidad del sistema siempre encuentra nuevas formas de mantenernos bajo su dominio y uno de sus mecanismos es la obsolescencia programada. Celulares, computadoras, heladeras y demás artefactos de uso cotidiano esconden dentro de sus mecanismos la fórmula secreta de su autodestrucción.
Esta fórmula consiste en una predeterminación que se desarrolla durante la fase de diseño de los productos. En la misma las empresas, de acuerdo con los fabricantes, establecen que tras un período de tiempo calculado los productos se tornen inservibles, obsoletos o simplemente dejen de funcionar.
Otro modo de obsolescencia programada, junto con la moda, es el que se produce a través de las innovaciones tecnológicas. La tecnología y sus ritmos nos estimulan a obtener constantemente nuevos objetos que nos parecen fascinantes e imprescindibles y que nos brindan infinidad de servicios y satisfacción, por muy poco tiempo.

Debido a que el único objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico, algunas variables como el gasto desmesurado o la generación de residuos pasan a segundo plano y este proceso, estimulado por la publicidad que nos incita a adquirir más y más, transforma a muchos usuarios y consumidores en un persistente séquito atento a las últimas novedades del mercado.

Otro impedimento que facilita esta tendencia se relaciona con la imposibilidad de reparar muchos de los objetos que dejan de funcionar y, en caso de que esto sea posible, el costo de la reparación resulta tan elevado que coloca al consumidor en una posición donde la solución más apropiada es la de comprar un nuevo producto.

Iniciativa
Frente a esta problemática, la asociación “I Fixit” (Yo lo reparo) propone en su manifiesto que la auto-reparación debe ser un derecho de los consumidores y una estrategia para evitar el deterioro del planeta. Para consultar la versión en español del manifiesto se puede ingresar en este link.

Mirá el “Comprar, tirar, comprar”, el documental de la TV Española que devela los principales conceptos sobre la obsolescencia programada.






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