viernes, 18 de octubre de 2013

EL COSTO DE LA BELLEZA



por LU GAITÁN



¿Alguna vez te pusiste a pensar cómo es que un produc­to de belleza no causa irritación? ¿Qué significa que el shampoo que la bella actriz promociona sea “Dermatoló­gicamente testeado”?

La verdad es que TODOS (sí, todos) los productos cos­méticos, así como los de limpieza que comercializan las grandes empresas como Unilever, Procter & Gamble, Johnson & Johnson y tantas otras, someten a preciosos animales a pruebas crueles en sus laboratorios. Esos ani­males son obligados a participar de experimentos don­de se los viviseccionan, se les ponen sustancias en los ojos dejándolos ciegos, se los mutila, se les cortan los miembros, se los obliga a ingerir distintas sustancias y se los hace adictos a ellas. Son sometidos a temperaturas muy bajas y dejados en la oscuridad total, sin comida ni agua. A no confundirnos, no se trata de que los anima­litos de laboratorio (gatos, perros, conejos, monos, ra­tones) sean tratados mejor, que sean alojados en jaulas más grandes, que les pongan anestesia para que sufran menos y que sus muertes sean menos dolorosas. ¿Por qué tendrían que someter a los animales a eso? ¿Solamente para que nuestros cabellos brillen más? ¿Solamente para que la crema antiarrugas oculte el irrefutable y biológico paso del tiempo? Más allá de estas inconcebibles prue­bas, el asunto de fondo son los modelos de belleza. Pero ese es otro debate.
Muchos pensarán que es mejor hacer esas pruebas en animales que en humanos. La respuesta a eso es que hay una incidencia muy baja de enfermedades que puedan darse tanto en animales como en humanos. Además, los productos cosméticos siguen conteniendo una cantidad increíble de químicos que intoxican el organismo y que muchas veces se ven asociados a la aparición de distintos tipos de cáncer. Revisemos las etiquetas, investiguemos.

Methylparaben, Propylparaben, Butylparaben, Phthala­tes, Propylene Glicol, Sodium Lauryl Sulfate, Diethano­lamine (DEA), son algunos de los componentes que no deseamos que estén en nuestro organismo, pero están en los productos que aplicamos sobre nuestra piel y pelo. Y de ahí, directo al torrente sanguíneo. Resulta difícil aceptar esas pruebas de laboratorio a las que se ven so­metidos algunos seres vivos, sin ningún resultado aparen­temente positivo. Sin embargo, esos componentes siguen estando en los productos que utilizamos. Entonces, ¿por qué lo hacen? El paradigma cientificista que nos atravie­sa considera que la Naturaleza no es una entidad viva y por ello es considerada una subsidiaria del consumo del hombre moderno. Pareciera que existe para que noso­tros, la mayor expresión de evolución del Cosmos, nos aprovechemos de ella y podamos explotarla, dominarla, agredirla.

La Unión Europea prohibió en el mes de marzo de 2013 este tipo de experimentación. Esta ley tiene espacios os­curos como, por ejemplo, la prohibición del testeo en animales para productos vendidos dentro de la Unión Europea, pero esa restricción no aplica para la venta en otros países. De todas maneras, implica un recono­cimiento de la importancia de esta temática. Hasta que esto suceda en Argentina, resulta necesario saber que hay marcas que no testean en animales. Por ejemplo, Weleda y Natura. Son más caras pero su calidad es in­finitamente mejor. Eso no significa que no utilicen, en algunos casos, los componentes químicos mencionados anteriormente. De ahí deriva la necesidad de leer las eti­quetas. Además, en las cooperativas y los mercados de intercambio justo también hay productos de cosmética y limpieza que no fueron probados en animales.
Siempre existe la opción de probar distintos preparados con los ingredientes que están en nuestras casas. El vi­nagre y el bicarbonato de sodio son grandes aliados y tienen múltiples aplicaciones en la limpieza personal y del hogar y no dejan mal olor. El azúcar y el limón pue­den servir para exfoliar la piel. La palta puede hidratar y nutrir la piel y el cabello. Todo al alcance de la mano y sin generar residuos plásticos. 

Ahora que ya sabemos lo que significa “Dermatológica­mente testeado” resulta difícil mirar para otro lado a la hora de elegir los productos que utilizaremos. Sería necesario entonces apostar al circuito de los productores locales y sustentables que promueven el consumo cons­ciente y con elecciones basadas en la información.
Y yendo un poco más profundo, la alimentación rica en frutas, verduras, cereales, legumbres y semillas, de ser posible, de producción orgánica, tiene todos los nu­trientes que necesitamos para la salud y belleza de todo nuestro organismo. Si nuestros sistemas digestivos están intoxicados por los alimentos que consumimos, si dormi­mos poco, si estamos estresados, no existirá shampoo ni crema hidratante que pueda darnos un cabello hermoso y fuerte, y sobre todo, el brillo en la mirada de una vida feliz y en armonía con el entorno.


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         The Campaign for Safe Cosmetics (Campaña por los Cosméticos Seguros) es una organización que tiene el objetivo de proteger la salud de los consumidores y trabajadores exigiendo a la industria de la salud y de la belleza que eliminen los componentes químicos ligados al cáncer, defectos de nacimiento y otros problemas de salud, y los reemplacen por sustancias más seguras.
Crearon Skeen Deep, una base de datos en la que se puede obtener información de los componentes de los productos de cuidado personal que utilizamos a diario y conocer cuáles son más peligrosos para nuestra salud. Se puede buscar por marca o por componente.

v  En solo 8 minutos Annie Leonard te explica de qué va la industria de la cosmética. Para ver el video ingresá en http://vimeo.com/18669494

v  Te acercamos una Lista de productos no testeados en animales en Argentina, cortesía de Anima Naturalis
► www.animanaturalis.org 



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