viernes, 13 de septiembre de 2013

UN POCO DE HISTORIA


por CARLOS DIEZ

En sus comienzos, el software se caracterizaba por partir de un modelo de desarrollo cooperativo, ya que fue generado en el ámbito universitario.
Hacia fines de la década del 60, en mayor medida, el software se producía de manera masiva por aca­démicos e investigadores que contaban con una estructura colaboracionista y ajena a la idea de un producto comercial. Esta forma de trabajo ge­neraba que los sistemas operativos se distribuye­sen libremente y recibieran soporte por parte de la misma comunidad de usuarios. El código fuente -el conjunto de instrucciones que debe seguir la computadora para ejecutar un programa- era dis­tribuido junto con el software, de manera que los usuarios pudieran modificarlo, corregir errores de programación o agregar nuevas funcionalidades.
Con el comienzo de la nueva a década surgieron compañías que comenzaron a cerrar su código a los usuarios, determinando así un producto con fines comerciales e incorporando el precio de venta.

A fines de la década del ‘70 y principios de los ‘80, compañías de producción de software empezaron a cobrar por sus licencias, comercializándolas como “Productos Informáticos” e imponiendo restriccio­nes legales a los nuevos desarrollos de software. Estos “Productos Informáticos”, ahora vistos como activos, se convirtieron en marcas registradas, con alquiler y/o compra de licencias, para las cuales regían derechos de autor. En 1976, Bill Gates mar­có un gran cambio en la Era Informática cuando es­cribió la famosa “Carta abierta a los aficionados”, enviando un mensaje directo acerca de los concep­tos con que se consideraban estos productos infor­máticos: lo que los hackers llamaban “compartir”, en su concepción era “robar”.
La adquisición y masificación de computadoras modernas vino acompañada de una limitación para los usuarios. Casi la totalidad del nuevo hardware se distribuía con un sistema operativo privativo, el cual forzaba a los usuarios a acep­tar condiciones restrictivas que impedían realizar modificaciones a dicho software.

Richard Stallman, habiendo tomado conciencia de las limitaciones que generaba la forma de pro­ducción empresarial -y reticente a todo aquello relacionado con el consumo o desarrollo de estos nuevos software propietarios con licencias res­trictivas- comenzó en 1984 a trabajar de forma independiente en el proyecto GNU (acrónimo re­cursivo que significa GNU No es Unix).
Un año más tarde fundó la Free Software Foun­dation (FSF), donde introdujo la definición de software libre y el concepto de “copyleft”, que desarrolló para otorgar libertad a los usuarios y para restringir las posibilidades de apropiación del software.

Hasta 1991, el proyecto GNU consistía en el desa­rrollo de programas de código abierto y gratuito, a modo de reemplazo de los ya existentes, para los sistemas operativos de código cerrado basa­do en UNIX (primer sistema operativo portable, multitarea y multiusuario, creado en 1969). Pero esto obligaba igualmente a los usuarios a tener un sistema operativo de código cerrado para poder utilizar los programas de GNU.
La falta de núcleo de sistema operativo (kernel) en el proyecto de Stallman significaba la no exis­tencia de un sistema operativo libre completo. Y aquí es donde entra en juego Linus Torvalds con su desarrollo del núcleo Linux, sobre el cual se podía trabajar de manera independiente. La com­binación del casi terminado sistema operativo de GNU y el núcleo Linux resultó en el primer sis­tema operativo completo de software libre: GNU LINUX.

En 1998, un grupo de individuos defendieron la idea de cambiar la expresión free software (soft­ware libre) por open source software (software de código abierto), debido a la ambigüedad del primero (en inglés, free significa tanto “gratis” como “libre”), haciéndolo poco atractivo dentro de la lógica mercantil. Este nuevo concepto im­plica que los desarrolladores de software pueden optar por publicar su trabajo bajo una licencia de código abierto, de manera que cualquiera pueda beneficiarse de él, crear modificaciones, compa­tibilizarlo con otros sistemas operativos o arqui­tecturas de hardware, compartirlo con otras per­sonas y comercializarlo, pero enmarcado dentro de los parámetros establecidos en sus términos de uso, modificación y redistribución.

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