► por GUILLERMINA VERONESI
En esta oportunidad, nos abocamos a desmembrar dos
términos que, con mucha frecuencia, han sido considerados sinónimos, cuando en
realidad uno integra al otro: Seguridad y Soberanía Alimentaria.
En un primer momento surge el concepto de Seguridad
Alimentaria, que incluye 4 dimensiones: la Disponibilidad de
alimentos (años ´80), el Acceso a los mismos (años ´90), la Utilización
por medio de una alimentación adecuada (año 2000) y la Estabilidad de
los alimentos como garantía de un flujo constante con el paso del tiempo.
Luego, en una visión más integral, al situar el problema alrededor del
compromiso político y las políticas públicas, el concepto se refuerza y se
postula que debe garantizar 3 condiciones: Autonomía (producir los
alimentos básicos que se consumen); Sustentabilidad (el modo de
producción no debe comprometer la producción futura); Equidad (verificar
el acceso digno de todos a los alimentos adecuados). Se trata de un concepto en
construcción que gradualmente se va complejizando a partir de nuevos
conocimientos, del análisis de sus determinantes y del surgimiento de nuevos
problemas o retos a nivel mundial y regional.
A partir del desafío de garantizar alimentos para
todos, de manera sustentable y cuidando los recursos materiales, nace el
concepto de Soberanía Alimentaria como aporte de la Cumbre Mundial de la Alimentación
(Roma 1996) de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura),
efectuando un cambio histórico en el enfoque prevaleciente sobre hambre y
alimentación, y pretendiendo diferenciarlo del concepto de Seguridad
Alimentaria (acuñado históricamente por el anterior organismo).
En su definición, la Soberanía Alimentaria es el derecho de los
pueblos, comunidades y países a definir sus propias políticas agrícolas,
pesqueras, alimentarias y de tierra que sean ecológica, social, económica y
culturalmente apropiadas a sus circunstancias únicas. Esto incluye el verdadero derecho a la
alimentación y a producir los alimentos, lo que significa que todos los pueblos tienen el derecho a
una alimentación sana, nutritiva y culturalmente apropiada, y a la capacidad para mantenerse a sí
mismos y a sus sociedades (Junio 2002, Foro de ONG/OSC para la Soberanía
Alimentaria, Roma).
La diferencia más sustancial es el punto de partida y
la concepción de persona, ya no pensada como beneficiarios o sujetos con
necesidades que deben ser asistidas sino como sujetos de derechos, titulares de
derecho a prestaciones y conductas.
Asimismo, la Soberanía Alimentaria es la respuesta para
construir un nuevo modelo alimentario, que rompa la actual agricultura
industrial globalizada que desde hace ya muchos años ha perdido su propósito
inicial de ser un medio de vida y proveer alimentos a la población.
Propone retomar una agricultura ligada a la tierra,
respetando ritmos y necesidades, entendiendo que somos parte de la naturaleza,
por lo cual ésta no es un recurso a explotar. La idea y objetivo concebidos desde este paradigma es
ganar todos y no solo unos pocos, ya que la Soberanía Alimentaria reprocha,
por ejemplo, la importación de alimentos baratos o las donaciones de los países
ricos, que muchas veces generan efectos negativos en la producción y en la
población rural de los países supuestamente “beneficiarios” de la “ayuda”,
haciéndolos dependientes de ésta.
Dos puntos fundamentales a destacar
desde el concepto de Soberanía Alimentaria: la defensa de la salud, dado que la
agricultura campesina aporta mejores alimentos desde el punto de vista
nutritivo, y el enfoque de género resaltando a las mujeres en esta lucha,
poniéndolas en igualdad de condiciones respecto de los hombres.
¿Querés saber más sobre la
Soberanía Alimentaria? No dejes de ver la Edición N° 6 de Revista
ProyectoAire.
VALORES AÑADIDOS DE LA SOBERANÍA ALIMENTARIA:
• Asegurar la dignidad y las formas de
vida del campesinado.
• Ser proveedora de alimentos sanos y de calidad.
• Permitir a las pueblos campesinos empobrecidos del Sur retomar su
vida con dignidad, erradicando el hambre y la pobreza.
• Ayudar a la incorporación creciente de personas a la actividad
agraria.
• Ser motor de una nueva economía social, relocalizada y sostenible;
fuera de los movimientos especulatorios y financieros.
• Mantener prácticas agrarias y alimentarias que aseguran la salud del
Planeta.
• Desarrollar y fortalecer las alianzas entre organizaciones que luchan
por un mundo rural vivo, además de crear vínculos entre la población agraria y
urbana.
• Recuperar conocimientos campesinos y de la cultura alimentaria de
todos los pueblos.
• Asegurar un Planeta rico, con biodiversidad de especies animales y
vegetales.
Lee el nro 9 de Revista Proyecto Aire!
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