miércoles, 11 de septiembre de 2013

EDITORIAL del N°9

Transitamos la era de las telecomunicaciones, la comunicación
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y la informática. En las ciencias duras y las
sociales, en lo público y lo privado, en todos los planos
de la vida más allá del cuerpo, desde distintos tiempos
y lugares, la migración de los complejos y pesados
andamiajes burocráticos a una burocracia re-codificada
(pero no re-significada) a lo digital, virtual y en red-
(ada) se ha transformado en un paradigma que ofrece
eficiencia y eficacia para los procesos y efectiva seguridad
en materia de datos.

En nuestro país, a mediados del siglo XX, tanto el Presidente
Gral. Perón como más tarde el Presidente Frondizi,
plantearon un cambio en la generación de recursos
económicos dando un viraje en el rumbo de la matriz
económico/productiva. Las divisas que ingresaban al
país, a través del histórico modelo agroexportador, eran
derivadas hacia un modelo microeconómico industrial,
útil para sustituir importaciones y equilibrar así la balanza
comercial, pero también para la inclusión social
a través del trabajo (cualquier similitud con la realidad
no es casual).

Hasta principios de la década del ‘70 se lograron importantes
avances, sobre todo en la producción de bienes
y servicios locales, que dieron espacio al desarrollo
científico local. Luego, con nuevos cambios de ruta en
el modelo político-económico, de un incipiente desarrollismo
a un neoliberalismo extremo que implementó la
dictadura cívico-militar, el desarrollo científico tecnológico
fue desalentado. La sustitución de la producción
nacional por la importación de bienes significó un fuerte
retroceso y pérdida de la soberanía, especialmente la
tecnológica.

Los vínculos de dependencia tecnológica se afianzaron
mediante el mecanismo de patentes y licencias, a partir
de los cuales se privatizaron los avances y descubrimientos
científicos, así como sus aplicaciones a la producción,
la industria y el trabajo. Las grandes corporaciones
trasnacionales encontraron el modo de apropiarse
de los derechos de copia, reproducción y/o distribución
tanto de los procesos o productos tecnológicos obtenidos
mediante la investigación desarrollada en el sector
público como privado. Finalmente, el círculo vicioso de
la dependencia se cerró sobre los países más pobres,
imposibilitados así para invertir en desarrollo científico.

Actualmente, el escenario político y cultural nos posibilita
replantear las decisiones gubernamentales vigentes,
recientemente cuestionadas y parcialmente
transformadas. Identificamos experiencias con potencial
para alentar la praxis social que vaya detrás de un
cambio en los hábitos e incluso creencias de los usuarios
frente a las opciones de uso tecnológico dominantes.
Estado, Universidad y sociedad civil deben aunar fuerzas,
trabajar en base a los principios éticos y morales distintivos
de los impulsores del software libre. El triunfo más
ovacionado no será la consolidación de sistemas operativos
de código abierto. La verdadera satisfacción será dar
un paso más en la conquista de la soberanía nacional.

La sociedad y el software, siempre libres.

José Muñiz | Director

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