jueves, 13 de junio de 2013

Sustentabilidad: de la universidad al territorio

Eduardo Cajide es el actual decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA. Preocupado por la vinculación entre la universidad y las necesidades de la sociedad, entiende que aquélla debe estar orientada a las problemáticas socio ambientales. ProyectoAire lo entrevistó con el motivo de entender cuál es política universitaria con respecto a estos temas.


Entrevistas: Daniel Zakuski
Redacción periodística: Emilia Erbetta


Para empezar, la sustentabilidad es una palabra bastante gastada, hasta George Bush la usó. Yo prefiero la definición de sustentabilidad que dice que una generación tiene derecho a usar todos los recursos que tiene a su alcance, con una condición: que no se lo impida a la generación que sigue - aclara Cajide, cuando comienza el diálogo con Proyecto Aire.
El arquitecto que dirige la casa de estudios de Ciudad Universitaria explica un poco más este concepto: “Vos usas pero tenés que invertir al mismo tiempo. Porque si no, ¿cómo haces para prohibirle a un chacarero de Santiago del Estero que no corte leña porque tiene que hacerse el fueguito y no tiene ni gas, cuando por otro lado tenés La Forestal que te tiró todo abajo?”
Cajide, que dirige la FADU desde 2010, sospecha del discurso de la ecología y le preocupa más la relación de las personas con el ambiente que habitan porque, asegura, “la sustentabilidad tiene que ver con las personas, con no destruir la vida pero no con impedir el desarrollo, porque tenemos derecho a vivir mejor, a que la gente que no tiene muchos recursos acceda a ciertos bienestares. Ahora, si el costo es que la próxima generación va a vivir en el desierto, somos una generación irresponsable”.

Cajide admite que su principal preocupación es la energía, por eso lo propuso como uno de los ejes temáticos para que, como dimensión, cruce a todas las cátedras de la Facultad. Finalmente, los docentes decidieron que el eje no sería la energía sino la cultura medioambiental. “Si no tenemos una producción del diseño ligada a un uso inteligente de la energía estamos apostando a la sociedad del despilfarro y somos cómplices de empeñar a las futuras generaciones. En ese sentido, me parece que nos debemos una discusión sobre un uso inteligente, racional, sensible y solidario de la energía”. La idea es terminar con la pregunta sobre el valor de los objetos y las construcciones porque, explica, “las cosas no cuestan lo que salen al momento de comprarlas”. 

¿Cómo es eso?

Por ejemplo: ¿cuánto cuesta hacer una escuela? El costo de la energía de la escuela es mil veces más caro que el costo de la obra. La escuela cuesta lo que cuesta el uso de energía de toda su vida útil: cuántas veces hay que pintarla al año, el gasto de calefacción y refrigeración, etc. Cuando una persona se compra un auto, lo primero que pregunta es cuánto gasta de taller y combustible. Bueno, con una ciudad es lo mismo y para eso hay que soltar la lógica del diseño eurocentrista, un pensamiento ligado a sus climas, a sus sistemas productivos y a sus modelos de exportación.

¿Qué significa que hay que soltar la lógica del diseño eurocentrista?

Se trata de tomar el problema como propio y buscar soluciones propias. ​Nosotros reproducimos soluciones que no son para nosotros. Por ejemplo, acá no tenemos los problemas ambientales que tienen los alemanes y los españoles, que no tienen agua. Hace 30 años ya estaban midiendo el agua. Nosotros tenemos otro problema distinto: el del despilfarro. En Argentina la cultura del despilfarro cruza todas las clases sociales. El que tiene, lava la vereda con agua potable, riega las plantas con agua potable, se baña 6 horas y no le importa nada, no importa si es rico o si es pobre. Y quizás a diez cuadras hay una familia que no tiene agua potable. Por ejemplo, es una locura que se use agua potable para los inodoros, cuando podríamos tener colectores de agua de lluvia con decantadores y ese agua se podría usar para lavar los autos, baldear la vereda, regar, etc. Hoy no sentimos el costo porque siempre estuvo subsidiada y no hay medidores. Hay mucha plata que pone el Estado para el agua potable que se podría usar para otra cosa. Eso para mí es la sustentabilidad: es tener una relación inteligente con las demandas del bienestar, no despilfarrar.

Lo mismo pasa con la basura...

No puede ser que a esta altura no tengamos una política de recuperación de los residuos. Esto no es una moda, a esta altura es una necesidad. No hay dónde poner las toneladas de basura que produce esta ciudad todos los días. Además la basura es dinero, si sabemos usarla, y nosotros tiramos dinero a la calle todos los días. Necesitamos una política de la basura que tiene que empezar por la responsabilidad individual. Eso va a llegar después de fuertes debates porque todavía no hay conciencia. Yo creo que una sociedad responsable que debate los temas con  sinceridad, con responsabilidad y con argumentos (ese es el rol de una universidad) es una sociedad que puede progresar.


De la universidad al territorio

Hoy la FADU es un espacio interesante para pensar la relación entre diseño y sustentabilidad, no solo porque como institución académica alberga algunas de las discusiones críticas e investigaciones más interesantes sobre el tema sino porque además, es un espacio concreto de entrecruzamientos entre la disciplina (desde lo urbanístico, pero también desde lo gráfico, lo industrial y lo textil) y el territorio. Alcanza con darse una vuelta por Ciudad Universitaria, con recorrer un poco los pasillos de los gigantescos edificios de la zona norte de la Capital Federal, para encontrarse con algunos ejemplos de estos cruces.

Alejandro Niz es estudiante de Arquitectura, Vicepresidente del  centro estudiantes FADU-UBA, por el Movimiento Universitario SUR. ProyectoAire lo convocó para conocer más acerca de esta iniciativa de estudiantes hacia el trabajo en territorio para promover el la inclusión social en los barrios. Su objetivo es la sensibilización de los estudiantes con las problemáticas sociales

Contanos cómo articulan la sustentabilidad y el diseño

Desde Movimiento Sur venimos tratando de no solo hacer cosas, sino también de hablar con docentes, con profesionales, de plantear la discusión e intentar modificar la manera de encarar la carrera. Tratando de hacer distintas cosas que hablaban de la sustentabilidad y del impacto ambiental que genera la construcción. También, tratar de abordar el diseño sustentable pero desde otro ámbito, a través de las prácticas que realizamos en los barrios populares de Capital y a veces, también, del Gran Buenos Aires.

¿Qué acciones realizan?
Al interior de FADU, la verdad es que venimos haciendo pocas cosas, porque lo que intentamos hacer es articularnos con los barrios más humildes para no solo tratar de dar un debate interno o ideológico desde la perspectiva de cada una de las carreras, sino, vincularlo hacia lo social. Entendiendo que la universidad pública tiene que estar abocada también a las necesidades sociales.
En otra facultad lo que intentamos hacer es motorizar espacios donde se realizaron proyectos de separación de materiales. Hicimos una caja de intercambio de materiales, porque acá se desecha mucho cartón, y está funcionando muy bien. Se recoge mucha tela, varillas cartón, todo reutilizable. Creamos la ​campaña “Tomá, dejá, reutilizá”, se puede encontrar información en la página de Movimiento Sur y de la Facebook. Este proyecto se desarrolló junto aFADUVERDE, con quienes motorizamos una serie de cuestiones para reutilizar los desechos. Los chicos de FV hicieron cajas para poder separar el papel y el cartón, y después venderlo o reutilizarlo en el taller de Carlos Levinton. También está Dante Muñoz, que se dedica a la investigación de nuevos métodos constructivos. Otro docente que se ha vinculado con nosotros es FermínEstrella, que se dedica a la promoción de la vivienda social, y que plantea que aquellos que van a habitar la vivienda sean los mismos que la construyan, con la finalidad de que aprendan el oficio.


¿Qué están haciendo fuera del ámbito de la Facultad?
Estamos trabajando con talleres y cooperativas, desde el diseño social. Si bien nuestro concepto del diseño social es bastante amplio, buscamos un sentido más propio, el de Diseño Popular. En este sentido, estamos haciendo un taller este año en el que buscamos reutilizar objetos cotidianos, de la basura, con los chicos (niños de primaria) en el barrio Villa 31. La idea es construir objetos lúdicos. Nos proponemos no solo estimularlos, sino que también se puedan generar instancias creativas y tratar de vincular lo social (apuntado a un sector en decadencia), reforzar valores, detectar necesidades, etc. Esto se da en el marco del ProyectoEducativoBarrioAdentro, proyecto de educación popular de la cátedra libre, donde interviene gente de las carreras Diseño, Gráfico, Indumentaria, Industrial y Arquitectura.

¿Cuál es el impacto en la sensibilización de los estudiantes?
Los pibes vienen con diversos planteos; unos con un discurso bien político, otros movilizados por lo social. En los encuentros que uno va teniendo va tratando de orientarlos en lo que quiere plantear la Cátedra. Se puede dialogar, hacer talleres, pero hay que plantear el por qué de lo que se hace. Desde la FADU tratamos de apuntar al método de Paulo Freire, de la educación popular, en el que se evitan las relaciones opresor y oprimido, generando instancias de creatividad, pero todo se hace con sentido social, porque lo hacemos con gente de un sector social determinado.
La idea es esa, hacerlo con un sentido de transformación, básicamente. Que no sea algo ingenuo, ni que se transforme en asistencialismo.
La idea no es hacer juguetes para los chicos porque no tienen plata, sino generar una cuestión transformadora en ellos, generar creatividad. Para que, cuando nos vayamos del barrio, se queden con herramientas y la mente abierta. Esto se viene desarrollando con chicos de 4 a 12 años.

¿Tienen proyectado realizar emprendimientos productivos, de inserción laboral?
Por el momento, no. Esa tarea la está llevando BarriosdePie, por su lado, con los Jóvenes de Pie. Pero tenemos muchas ganas de hacer cosas con jóvenes. En el medio, salió un proyecto cultural con jóvenes, pero hubo cuestiones que no nos garantizaban realizar una tarea constante. Este año, a raíz de esto, planteamos actividades con chicos y grandes.

Después de 7 años de trabajo, ¿observan transformaciones en las prácticas de los estudiantes y de los graduados que han participado en estos proyectos?¿considerás que se han sensibilizado positivamente?

Es imposible participar en una práctica social de este tipo y no sensibilizarse en alguna medida, no cambiar, o al menos abrir el abanico de posibilidades.
Además, ir a un barrio y conocer una realidad que no se ve todos los días, la realidad de un barrio popular, te cambia la perspectiva formativa. Tocan y sensibilizan mucho este tipo de prácticas. Algunos de los chicos han generado un compromiso a largo plazo y terminaron militando dentro del Movimiento Sur.






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