Eduardo
Cajide es el actual decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y
Urbanismo de la UBA. Preocupado por la vinculación entre la universidad y
las necesidades de la sociedad, entiende que aquélla debe estar
orientada a las problemáticas socio ambientales. ProyectoAire lo
entrevistó con el motivo de entender cuál es política universitaria con
respecto a estos temas.
Entrevistas: Daniel Zakuski
Redacción periodística: Emilia Erbetta
Para
empezar, la sustentabilidad es una palabra bastante gastada, hasta
George Bush la usó. Yo prefiero la definición de sustentabilidad que
dice que una generación tiene derecho a usar todos los recursos que
tiene a su alcance, con una condición: que no se lo impida a la
generación que sigue - aclara Cajide, cuando comienza el diálogo con Proyecto Aire.
El arquitecto que dirige la casa de estudios de Ciudad Universitaria explica un poco más este concepto: “Vos
usas pero tenés que invertir al mismo tiempo. Porque si no, ¿cómo haces
para prohibirle a un chacarero de Santiago del Estero que no corte leña
porque tiene que hacerse el fueguito y no tiene ni gas, cuando por otro
lado tenés La Forestal que te tiró todo abajo?”
Cajide,
que dirige la FADU desde 2010, sospecha del discurso de la ecología y
le preocupa más la relación de las personas con el ambiente que habitan
porque, asegura, “la
sustentabilidad tiene que ver con las personas, con no destruir la vida
pero no con impedir el desarrollo, porque tenemos derecho a vivir
mejor, a que la gente que no tiene muchos recursos acceda a ciertos
bienestares. Ahora, si el costo es que la próxima generación va a vivir
en el desierto, somos una generación irresponsable”.
Cajide
admite que su principal preocupación es la energía, por eso lo propuso
como uno de los ejes temáticos para que, como dimensión, cruce a todas
las cátedras de la Facultad. Finalmente, los docentes decidieron que el
eje no sería la energía sino la cultura medioambiental. “Si
no tenemos una producción del diseño ligada a un uso inteligente de la
energía estamos apostando a la sociedad del despilfarro y somos
cómplices de empeñar a las futuras generaciones. En ese sentido, me
parece que nos debemos una discusión sobre un uso inteligente, racional,
sensible y solidario de la energía”. La idea es terminar con la pregunta sobre el valor de los objetos y las construcciones porque, explica, “las cosas no cuestan lo que salen al momento de comprarlas”.
¿Cómo es eso?
Por ejemplo: ¿cuánto cuesta hacer una escuela? El costo de la energía de la escuela es mil veces más
caro que el costo de la obra. La escuela cuesta lo que cuesta el uso de
energía de toda su vida útil: cuántas veces hay que pintarla al año, el
gasto de calefacción y refrigeración, etc. Cuando una persona se compra
un auto, lo primero que pregunta es cuánto gasta de taller y
combustible. Bueno, con una ciudad es lo mismo y para eso hay que soltar
la lógica del diseño eurocentrista, un pensamiento ligado a sus climas,
a sus sistemas productivos y a sus modelos de exportación.
¿Qué significa que hay que soltar la lógica del diseño eurocentrista?
Se
trata de tomar el problema como propio y buscar soluciones propias.
Nosotros reproducimos soluciones que no son para nosotros. Por ejemplo,
acá no tenemos los problemas ambientales que tienen los alemanes y los
españoles, que no tienen agua. Hace 30 años ya estaban midiendo el agua.
Nosotros tenemos otro problema distinto: el del despilfarro. En
Argentina la cultura del despilfarro cruza todas las clases sociales. El
que tiene, lava la vereda con agua potable, riega las plantas con agua
potable, se baña 6 horas y no le importa nada, no importa si es rico o
si es pobre. Y
quizás a diez cuadras hay una familia que no tiene agua potable. Por
ejemplo, es una locura que se use agua potable para los inodoros, cuando
podríamos tener colectores de agua de lluvia con decantadores y ese
agua se podría usar para lavar los autos, baldear la vereda, regar, etc.
Hoy no sentimos el costo porque siempre estuvo subsidiada y no hay
medidores. Hay mucha plata que pone el Estado para el agua potable que
se podría usar para otra cosa. Eso para mí es la sustentabilidad: es
tener una relación inteligente con las demandas del bienestar, no
despilfarrar.
Lo mismo pasa con la basura...
No
puede ser que a esta altura no tengamos una política de recuperación de
los residuos. Esto no es una moda, a esta altura es una necesidad. No
hay dónde poner las toneladas de basura que produce esta ciudad todos
los días. Además la basura es dinero, si sabemos usarla, y nosotros
tiramos dinero a la calle todos los días.
Necesitamos una política de la basura que tiene que empezar por la
responsabilidad individual. Eso va a llegar después de fuertes debates
porque todavía no hay conciencia. Yo
creo que una sociedad responsable que debate los temas con sinceridad,
con responsabilidad y con argumentos (ese es el rol de una universidad)
es una sociedad que puede progresar.
De la universidad al territorio
Hoy
la FADU es un espacio interesante para pensar la relación entre diseño y
sustentabilidad, no solo porque como institución académica alberga
algunas de las discusiones críticas e investigaciones más interesantes
sobre el tema sino
porque además, es un espacio concreto de entrecruzamientos entre la
disciplina (desde lo urbanístico, pero también desde lo gráfico, lo
industrial y lo textil) y el territorio. Alcanza con darse una vuelta
por Ciudad Universitaria, con recorrer un poco los pasillos de los
gigantescos edificios de la zona norte de la Capital Federal, para
encontrarse con algunos ejemplos de estos cruces.
Alejandro
Niz es estudiante de Arquitectura, Vicepresidente del centro
estudiantes FADU-UBA, por el Movimiento Universitario SUR. ProyectoAire
lo convocó para conocer más acerca de esta iniciativa de estudiantes
hacia el trabajo en territorio para promover el la inclusión social en
los barrios. Su objetivo es la sensibilización de los estudiantes con
las problemáticas sociales
Contanos cómo articulan la sustentabilidad y el diseño
Desde
Movimiento Sur venimos tratando de no solo hacer cosas, sino también de
hablar con docentes, con profesionales, de plantear la discusión e
intentar modificar la manera de encarar la carrera. Tratando de hacer
distintas cosas que hablaban de la sustentabilidad y del impacto
ambiental que genera la construcción. También, tratar de abordar el
diseño sustentable pero desde otro ámbito, a través de las prácticas que
realizamos en los barrios populares de Capital y a veces, también, del
Gran Buenos Aires.
¿Qué acciones realizan?
Al
interior de FADU, la verdad es que venimos haciendo pocas cosas, porque
lo que intentamos hacer es articularnos con los barrios más humildes
para no solo tratar de dar un debate interno o ideológico desde la
perspectiva de cada una de las carreras, sino, vincularlo hacia lo
social. Entendiendo que la universidad pública tiene que estar abocada
también a las necesidades sociales.
En
otra facultad lo que intentamos hacer es motorizar espacios donde se
realizaron proyectos de separación de materiales. Hicimos una caja de
intercambio de materiales, porque acá se desecha mucho cartón, y está
funcionando muy bien. Se recoge mucha tela, varillas cartón, todo
reutilizable. Creamos la campaña “Tomá, dejá, reutilizá”, se puede
encontrar información en la página de Movimiento Sur y de la Facebook. Este proyecto se desarrolló junto aFADUVERDE,
con quienes motorizamos una serie de cuestiones para reutilizar los
desechos. Los chicos de FV hicieron cajas para poder separar el papel y
el cartón, y después venderlo o reutilizarlo en el taller de Carlos
Levinton. También está Dante Muñoz, que se dedica a la investigación de
nuevos métodos constructivos. Otro docente que se ha vinculado con
nosotros es FermínEstrella, que se dedica a la promoción de la vivienda social,
y que plantea que aquellos que van a habitar la vivienda sean los
mismos que la construyan, con la finalidad de que aprendan el oficio.
¿Qué están haciendo fuera del ámbito de la Facultad?
Estamos
trabajando con talleres y cooperativas, desde el diseño social. Si bien
nuestro concepto del diseño social es bastante amplio, buscamos un
sentido más propio, el de Diseño Popular. En este sentido, estamos
haciendo un taller este año en el que buscamos reutilizar objetos
cotidianos, de la basura, con los chicos (niños de primaria) en el
barrio Villa 31. La idea es construir objetos lúdicos. Nos proponemos no
solo estimularlos, sino que también se puedan generar instancias
creativas y tratar de vincular lo social (apuntado a un sector en
decadencia), reforzar valores, detectar necesidades, etc. Esto se da en
el marco del ProyectoEducativoBarrioAdentro,
proyecto de educación popular de la cátedra libre, donde interviene
gente de las carreras Diseño, Gráfico, Indumentaria, Industrial y
Arquitectura.
¿Cuál es el impacto en la sensibilización de los estudiantes?
Los
pibes vienen con diversos planteos; unos con un discurso bien político,
otros movilizados por lo social. En los encuentros que uno va teniendo
va tratando de orientarlos en lo que quiere plantear la Cátedra. Se
puede dialogar, hacer talleres, pero hay que plantear el por qué de lo
que se hace. Desde la FADU tratamos de apuntar al método de Paulo
Freire, de la educación popular, en el que se evitan las relaciones
opresor y oprimido, generando instancias de creatividad, pero todo se
hace con sentido social, porque lo hacemos con gente de un sector social
determinado.
La
idea es esa, hacerlo con un sentido de transformación, básicamente. Que
no sea algo ingenuo, ni que se transforme en asistencialismo.
La
idea no es hacer juguetes para los chicos porque no tienen plata, sino
generar una cuestión transformadora en ellos, generar creatividad. Para
que, cuando nos vayamos del barrio, se queden con herramientas y la
mente abierta. Esto se viene desarrollando con chicos de 4 a 12 años.
¿Tienen proyectado realizar emprendimientos productivos, de inserción laboral?
Por el momento, no. Esa tarea la está llevando BarriosdePie,
por su lado, con los Jóvenes de Pie. Pero tenemos muchas ganas de hacer
cosas con jóvenes. En el medio, salió un proyecto cultural con jóvenes,
pero hubo cuestiones que no nos garantizaban realizar una tarea
constante. Este año, a raíz de esto, planteamos actividades con chicos y
grandes.
Después
de 7 años de trabajo, ¿observan transformaciones en las prácticas de
los estudiantes y de los graduados que han participado en estos
proyectos?¿considerás que se han sensibilizado positivamente?
Es
imposible participar en una práctica social de este tipo y no
sensibilizarse en alguna medida, no cambiar, o al menos abrir el abanico
de posibilidades.
Además,
ir a un barrio y conocer una realidad que no se ve todos los días, la
realidad de un barrio popular, te cambia la perspectiva formativa. Tocan
y sensibilizan mucho este tipo de prácticas. Algunos de los chicos han
generado un compromiso a largo plazo y terminaron militando dentro del
Movimiento Sur.
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