lunes, 6 de mayo de 2013

La transformación: forma social aceptada de la mutación

Por Santiago Nogueira| @TengoKawana


La última vez que vi a Tommy Lee Jones trabajaba en Nueva York para una agencia gubernamental
ultra secreta, abocado a identificar y detener extraterrestres socialmente inadaptados. Vestía pulcro
y su economía corporal era muy austera. Dieciséisos después lucía viejo, viviendo en el pasado,
muy desmejorado y con peluca. Pero en esta ocasión ya no perseguía a los extraterrestres. Sino que
buscaba la aprobación de la enmienda a la Constitución Norteamericana que libraría a la gente de
color de la esclavitud.
Pasaron dieciséis años, y cambiaron muchas cosas además de la mera ocupación de Jones. Algo que
no cambió, reconozco, es que cada vez que encuentro a Tommy Lee Jones mi viejo está al lado
nuestro, es como una suerte de chaperón de nuestros encuentros. Nunca podré quedar a solas con él,
pareciera. Me quedan muchas preguntas pendientes para realizarle. Solo TLJ puede decirme en qué
consiste nacer, vivir y morir. ¿Por qué él? No lo considero el Mesías pendiente de nuestros días,
solo que el absurdo de la vida es únicamente comparable con su disparatada mutación curricular y
carente de explicación lógica respecto a su viaje en el tiempo.
Vivir es complejo y contradictorio. Pareciera que uno tiene el control sobre sus elecciones, aún
cuando es consciente de lo que lo constriñe e intenta maximizar chances. Finalmente los planes se
vuelven ecuaciones matemáticas con varias incógnitas que, a veces, es mejor no revelar. Pero ellas
lo hacen solas, y el resultando puede ser desgarrador y desconcertante. Uno se halla en lugares
incómodos, inesperados e inevitables que, de alguna u otra manera, planificamos en una galaxia
muy lejana y que sería reconfortante a raíz de un prólogo que imaginamos dulce y cuasi onírico.
Pero nada necesariamente resulta así. Cuando se trata de entenderlo las respuestas son complejas y
forzadas. Como cuando queremos entender por qué alguien pasa de capturar marcianos a querer
liberar esclavos, en tan solo dieciséis años.




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