miércoles, 27 de febrero de 2013

UN MUNDO SIN CADENAS ES UN MUNDO LIBRE DE ESCLAVOS

Tenemos el deber de iniciar este artículo haciendo una introducción al por qué del nacimiento de este lúcido y ejemplar emprendimiento de carácter global y que cre­ce bajo el nombre de No Chains. Pensamos en hacer una reseña histórica, donde se explicase cómo del contexto político-económico resultara una transformación en lo social. Pero entendimos que así quitábamos luz al pro­tagonismo que merece el actor de este artículo. Es por tal motivo que en vez de eso, contaremos los magníficos resultados que tienen los hombres cuando tienen un ob­jetivo por el cual luchar. Éstos que, manco-munados por el derecho a soñar una vida mejor, le dan batalla a la dictadura que el neoliberalismo desató en nuestros su­res globales. Desde Tailandia (sudeste Asiático), Dignity Returns y desde Argentina (sur Americano), la Fundación Alameda, constituyeron un hito en la his¬toria mundial en materia de trabajo auto gestionado: NO CHAINS la primera marca global libre de trabajo esclavo.
 

La historia comienza más o menos así: en la década del 70 el neoliberalismo -la reformulación más siniestra de capitalismo- propone poner fin a las regulaciones o in­tervenciones que los Estados imponían a los mercados. Fue entonces que la aplicación de este modelo implicó, en un principio, sangrientos ensayos en el sudeste asiá­tico y en Latinoamérica. Posteriormente, y en forma más ordenada, en el resto de los países. Actores cla­ves en este proceso fueron las burguesías locales, que veían en esta nueva expresión prósperas oportunidades políticas y económicas, ya fuere calmar los focos revo­lucionarios a fuerza de plomo, como también transfor­mar las organizaciones de trabajadores disolviéndolas, o bien silenciar a los dirigentes considerados peligrosos a través del apriete. Como corolario, poner un fin a las políticas públicas que protegían los incipientes desarro­llos industriales.
¿Qué resultó de todo esto? Resultó el fin de un trabajo digno y el inicio de la precarización laboral de la mano de la pauperización de los sindicatos, favoreciendo la inserción de nuevas prácticas en lo que respectaba a las cadenas de producción de vastos sectores de la in­dustria -como agravante- a partir de la tercerización y la deslocalización. La primera implicó la reducción de mano de obra en las fábricas, ya que ofrecer a otro un proceso productivo implicaba disminuir riesgos y costos; en tanto que la segunda implicaba no solo acotar los procesos de la cadena productiva a partir de una des-centralización y reducción de infraestructura, sino que además se podía buscar en otro país, donde lo hicieran por un costo aun inferior y hasta tal vez con mayores beneficios impositivos. Así fue como en la década del 70 Nike revoluciona -de la mano de estas dos herramientas de cercenamiento- el modelo industrial dominante en el sector indumentaria. El modelo fue un éxito para las marcas, no así para los trabajadores, ya que los costos reducidos por éstas fueron absorbidos en los talleres a través de la explotación y la esclavización. 



Como bien indicamos anteriormente, Tailandia y Argen­tina tuvieron vivencias similares en estos contextos: dictaduras, persecuciones, precarización laboral y desi­dia gubernamental bajo el régimen neoliberal. Las dé­cadas de los 80 y 90 profundizaron los cambios políticos, sociales y económicos; las diversas crisis que atravesa­ ron estos períodos se canalizaron a través de las clases obreras, pero también fueron éstas las que reabrieron la discusión acerca de quién debía pagar los costos de las malas políticas. Así es como la Fundación Alameda en Argentina y Dignity Returns en Tailandia, abren el juego contra la explotación y el trabajo esclavo, dejan­do de lado la naturalización aparente que se pretendió para estas prácticas nefastas.

COOPERATIVA LA ALAMEDA
Durante el período del 2001-2002 el país se vio envuelto en un trance a raíz del impacto que había generado la crisis: varios presidentes en tan solo un mes; la confian­za en los políticos de turno y en el gobierno habían caí­do por completo; el corralito que atacó las cuentas ban­carias, dejando a la clase media a la deriva, sumado a la alta tasa de desempleo. Frente a esta situación, muchos de los obreros de las fábricas que se habían dado a la quiebra comenzaron un proceso de “ocupación” para recuperar su trabajo y dignidad.
 
La cooperativa la Alameda es un grupo de costureros/ as que nace bajo la crisis financiera de este período, creando oportunidades para salir adelante.
Después de algunos años de trabajo y energía puestos en la cooperativa han lanzado una marca global de ropa para luchar contra el trabajo esclavo en el  
mundo de la indumentaria. El taller textil cuenta con 15 perso­nas que reparten la jornada entre la fabricación de las prendas y el cuidado de la familia. La mayoría son mu­jeres que participan de las tareas de confección, di­seño, moldería, corte y estampado, mientras sus hijos asisten a la escuela. Por eso el proceso de producción más intenso, que oscila entre las 8 y las 15hs, coincide con el horario en que los chicos se dedican a aprender.
“La Alameda había empezado a funcionar con produc­ciones a terceros y empezamos a soñar con una marca propia, además de Mundo Alameda. Era la manera de demostrar que se podía producir sin engañar. Con este nuevo proyecto globalizamos la lucha contra el traba­jo esclavo. La explotación ya está globalizada”, cuenta Gustavo Vera, presidente de la Fundación.

RETORNO A LA DIGNIDAD
Parecido es el caso de Tailandia, que también sufrió crisis económicas en el período 2008-2010, y que trajo como consecuencia una serie de despidos masivos.
En Tailandia, Retorno a la Dignidad se ha constituido en una reconocida cooperativa de trabajo que ha lu­chado duro desde sus inicios para permanecer viable, y también para ayudar a otros obreros despedidos o tratados injustamente. Su lucha comenzó cuando 900 obreros de Bed & Bath (“cama y baño” en castellano, denominación aplicada a los trabajadores que viven du­rante su período de explotación en el mismo sitio en el que trabajan) pelearon durante meses para ganar una indemnización justa, acorde con la ley, por parte de su empleador, quien había cerrado la fábrica y se había ido repentinamente en el 2002. Durante tres meses, 400 de los trabajadores continuaron manifestándose frente al Ministerio de Trabajo y lograron más que una indem­nización en dinero: una ley revisada concerniente a la indemnización laboral que beneficiaría a todos los tra­bajadores del país.

NO CHAINS
En poco tiempo, las dos cooperativas de trabajo han jugado un rol muy significativo en la provisión de un espacio seguro y de ayuda para los trabajadores explo­tados. En parte, porque tienen asegurada su forma de ganarse la vida y por
la libertad que han ganado gracias a la lucha, y también porque como no tienen ningún “interés” (no están buscando incrementar su poder per­sonal), cuentan con la confianza de los trabajadores y de la comunidad. Además, han logrado comprometer en la causa a artistas independientes, intelectuales, estudiantes, ONGs y a los medios, lo cual les permite extender su importante rol en la construcción del mo­vimiento. Ambas cooperativas aparecen con frecuencia en la prensa local.

Desde que se inició su proceso de conformación, No chains lleva transitados tres años de vida, atravesan­do el cuarto, alcanzando objetivos que constituyen, sin dudas, una victoria en la lucha que libran los trabajado­res en el duro mercado laboral. Obteniendo entre esos logros, la posibilidad de demostrar que los medios de producción en manos de quienes producen son asumidos con la responsabilidad que ello implica, además de ex­poner un modelo de gestión sustentable. 

 

Links de interés:
www.fundacionalameda.org
www.mundoalameda.com.ar
www.dignityreturns.com
www.nochains.org 

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