miércoles, 13 de febrero de 2013

HACER CORRER LA VOZ

    El Centro Comunitario de Abastecimiento “El Galpón”, emprendimiento de la Mutual Sentimiento, prueba de que otra economía, la Economía Social, es viable. En este artículo se encuentra su historia y su consecuente proceso de transformación en las palabras de Graciela 
Draguicevich.

EL GALPÓN POR EL GALPÓN 

El Galpón es un Centro Comunal de Abastecimiento de La Asociación Mutual
Sentimiento. Se trata de un espa­cio donde los bienes materiales están complementados por los bienes culturales propios de las identidades ru­rales y urbanas, formando una unidad de gestión organi­zada a partir de los criterios de precio justo, soberanía alimentaria y consumo responsable y ecológico.
Los intercambios entre productores y consumidores aso­ciados son directos. De esta manera se fomenta un nue­vo estilo de producir, consumir y vivir; un estilo que no solo produce orgánicamente sus bienes tangibles e in­tangibles sino que tiene un correlato social y económico.
El objetivo es llevar adelante este nuevo tipo de ética económica que estimule consideraciones con respecto al cuidado de las personas y del ambiente por encima de las del lucro individual; que sea distributiva y no re­distributiva.
Organizamos nuestra economía a partir de un modelo asociativo determinado por los principios de la economía social. Por otro lado, integramos a grupos de consumi­dores responsables, personas capaces de dimensionar la importancia de este modelo en la práctica concreta de sus opciones de compra. Producimos cuidando nues­tro medio ambiente, los derechos de los trabajadores, nuestra salud y la de las generaciones futuras.

DEL TRUEQUE AL GENÉRICO EN 6 PISOS
Empezamos con el tema del trueque en 1999, 2000. Llegamos a ser el nodo de trueque más grande de Bue­nos Aires, teníamos todo el edificio que está ahí [en referencia al edificio que custodia el ingreso al predio donde se aloja el galpón. Edificio ubicado en Federico Lacroze al 4100, compartiendo vereda con la estación cabecera del ferrocarril Urquiza], los 6 pisos y esto todo en línea [a partir de una calle que funciona de arteria del espacio desembocando en Lacroze].
 
En la época del auge del trueque acá se trocaban todo tipo de cosas: se compraban y se vendían campos, vehículos, turismo; hasta llegó a funcionar un casino por crédito (bonos con valor de cambio utilizados por este sistema) para jugar. Todo lo que tenía el sistema convencional estaba acá, lo teníamos representado de alguna manera. Claro, sin un centavo, no había una sola moneda nacional.
Esta experiencia fue muy importante para nosotros, nos abrió la cabeza y nos permitió hacer una práctica ver­daderamente autónoma. De alguna manera, probar que fuera del mercado capitalista neoliberal se puede vivir perfectamente y si bien hay siempre lazos que te inte­rrelacionan, cuando éstos se van pasando a este lado -el de la economía social- se van transformando en otros códigos y el fenómeno resultante es muy interesante.
Fue la experiencia más importante en la Economía So­cial, ya que luego empezamos a plantearnos determi­nadas cosas. Lo primero fue el tema de la salud, que es un tema que se vive en el mercado neoliberal como si fuese una mercancía.
Armamos una farmacia con una oferta compuesta ínte­gramente de genéricos. Fue la primera en el país, antes de que entrara en vigencia la ley de genéricos en Bue­nos Aires, que al poco tiempo salió.
En principio, nuestro objetivo último era la producción pública (en manos del Estado) de medicamentos y la en­trega gratuita a la gente que no los podía comprar. Mien­tras tanto, mostrábamos que había una manera de abas­tecerse de un medicamento de primera calidad, algunas veces, hasta por el 600% menos de su valor comercial.

LA LUCHA, EL SISTEMA Y OTRAS HIERBAS
Eso fue un puntapié muy importante. Ni siquiera las grandes cadenas (como el Doctor Ahorro) pueden darnos con el precio, estamos siempre más abajo. La caracte­rística diferencial y fundamental es que nosotros no in­tentamos quedarnos con más dinero del necesario para sostener esto. Simplemente, al costo de medicamento le agregamos los costos de los salarios, para que todo el cuerpo de empleados cobre lo que les corresponde. Por supuesto que siempre manteniendo el mismo objetivo: que se tomara desde el Estado el ejemplo para su apli­cación, cosa que no ha ocurrido, porque imagínense que cuando nosotros salimos con la primera farmacia estaba Ginés González como ministro y él tenía sus laborato­rios, entonces era una cosa medio esquizofrénica que nos apoyara. Pero tampoco apoyaron los posteriores; luego sucedió el descubrimiento de las mafias de los me­dicamentos y el dinero aportado para la campaña oficial.
Por ahora seguimos con la farmacia, con cinco mil aso­ciados, porque nosotros somos mutual, se tienen que asociar. Al asociarse acceden a los medicamentos y la cuota es de $3 (tres pesos) mensuales. Si al momento de asociarse no tienen ese dinero para hacerlo lo subsi­diamos, favorecemos de esta manera a un sistema en el que quien quiera y necesite acceder, acceda sin proble­mas. Hay que considerar que un 70% de los tratamientos médicos que se caen, lo hacen porque la gente no tiene dinero para pagar los medicamentos.

HACIA EL CENTRO COMUNITARIO DE ABAS­TECIMIENTO EL GALPÓN
En pleno escándalo del 2001 fuimos a recorrer gran par­te del país, a visitar pequeños y medianos productores en búsqueda de identificar cuáles eran los principales problemas que tenían, porque habíamos averiguado que los productos en su lugar de origen llegaban a costar cin­co veces menos que lo que el mercado los marcaba en las góndolas de la ciudad. Nos encontramos con la inter­mediación ociosa. Sucedía que al señor que producía el maíz lo agarraba otro señor y le ofrecía packaging; luego otro, comercializar y distribuir; otro, llevarlo a otros puntos del país y junto con cada uno, un margen de ganancia que progresivamente va afectando el precio final del producto. Entonces llegamos a la conclusión de que si conseguíamos un medio de transporte para la dis­tribución tendríamos solucionado, al menos, el tema de costos por distribución, el intermediario comercial y su consecuente encarecimiento. Aún quedaba por delante la comercialización y las bocas de expendio, así que des­pués de dos años de hablar con muchos productores y acercarnos para definir cómo íbamos a hacer para esta­blecer un circuito comercial fue que empezamos a tra­
bajar con esa variable de la economía social un centro comunitario de abastecimiento y armamos el Galpón.


PRODUCTOS DE UNA CADENA ORGÁNICA
La figura más importante de la producción a la que no­sotros apostamos es a que fuera orgánica, sin agrotóxi­cos. El primer inconveniente que hubo que enfrentar fue el de las certificaciones. Sucede que los sellos y lo que ello involucra está manejado, principalmente, por multinacionales y sujeto a la política de patentes. En­tonces no les dimos importancia y conseguimos que nos certifique el INTA en forma gratuita, eso hace que no suba el precio.
El Azúcar Chango, en su historia como empresa, ha rayado la esclavitud laboral. Ahora está ofreciendo al mercado una variedad de tipo orgánica. ¿Qué tan orgá­nico puede ser ese azúcar cuando, si bien se ha culti­vado sin agroquímicos, el resto de su producción no lo es? Toda la producción debe ser orgánica, porque está bien la planta sin veneno, pero para que ésta se pueda considerar orgánica el trabajo infantil, la explotación del hombre por el hombre, la diferencia de sueldo por género y otras contaminaciones sociales deben dejarse de lado. Que algo sea orgánico implica que el producto esté libre de vicios desde el principio al fin de la cadena de producción y comercialización: libre es sin venenos químicos, sociales ni políticos, ni económicos. 







 














LOS ACTORES Y EL MENSAJE
Básicamente, son los productores quienes producen y co­mercializan, con excepción del módulo de productores lejanos en el cual se ha dispuesto de un representante.
La idea es poder reducir la intermediación y la huella de carbono. Por eso fomentamos la idea de que los pro­ductos que son parte del mercado no tengan que rea­lizar largas distancias para llegar, cuestión que implicó realizar una búsqueda a través de productores locales o próximos al Galpón.
En este espacio los productores que quieren dejar de trabajar por dos centavos para el Mercado Central tienen su lugar. También los consumidores, que se en­tienden responsables frente a sus hábitos de consumo, quienes comprenden que consumir es un acto político, el de poder elegir, y que esa elección tiene un impacto positivo para la sociedad y el ambiente. De esta mane­ra se cierra el circuito de la “economía social”, donde economía contiene también ecología, ya que es la única manera de construir y hacer que se ponga el dinero don­de se ponen las ideas. 




Domicilio: Federico Lacroze 4171, callejón al fondo (Galpón)
Días y horarios: Miércoles y Sábados de 9 a 18hs
Teléfono: 4554-9330
Mail: economiasolidaria@elgalpon.org.ar
Web: www.elgalpon.org.ar
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