sábado, 21 de septiembre de 2013

NINGÚN SOFTWARE NACE OPRIMIDO (Parte II)




Nota: SANTIAGO NOGUEIRA
Entrevistas: AXEL SPRINGER / JULIA VARELA / GIULIANA CERVI / TAMARA ZYLBERSZTEJN


PROGRAMADORES DE LA LIBERTAD

Actualmente, la Universidad Tecnológica Nacio­nal es sin dudas un actor de vanguardia en este programa político y cultural que pregona la au­todeterminación tecnológica. Este año el Conce­jo Directivo de la Facultad Regional Buenos Aires (FRBA) de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) aprobó el proyecto de “Soberanía Tecnoló­gica” en el que se declaró “de interés institucio­nal y educativo el uso, promoción e investigación para el desarrollo y enseñanza del software libre en la misma facultad y su integración en todas las áreas donde sea competencia la enseñanza y uso de las tecnologías de la información.


Andrés Bursztyn, actual Director de la Carrera de Ingeniería en Sistemas de la Información FRBA afirma:
“Tenemos un compromiso y lo referencio a una obligación. Yo soy graduado de esta universi­dad, de la carrera de Ingeniería de Sistemas de la Información. Cuando yo estudiaba y cuan­do terminé de estudiar había ciertas metodo­logías, ciertos lenguajes de programación, o ciertos equipamientos que no existían. Pero al darme las bases conceptuales, yo hoy puedo tranquilamente trabajar o con este lenguaje o con esta tecnología que salió hace poco: por­que damos las bases conceptuales.
El software específico lo usamos como excusa para reforzar la práctica desde un concepto. Eso nos da la apertura de hacer una actualiza­ción permanente del software. Se aprende un concepto relacionado con una herramienta. La práctica la podés hacer con varias herramien­tas, porque siempre la podés hacer con más de una (cuando digo herramienta, me refiero al software).
Lo que no concibo es que vos hagas uso de soft­ware comercial por desconocimiento de que existe la alternativa.”

La reflexión de Bursztyn identifica la clave del éxito en el camino de la liberación hacia nuevos sistemas: la liberación de los datos. Valora el es­fuerzo del gobierno argentino en pos de instalar en la agenda la disponibilidad de los datos:
“Generar esa conciencia en cada una de las instituciones gubernamentales, para que no solo se trate de software libre, sino de datos abiertos. Porque esto es lo importante, yo pue­do utilizar una herramienta, un software libre, pero… ¿y los datos? Si los datos los guardo en el motor de un software propietario, me estoy perdiendo una parte.
Conozco que hay muchas iniciativas, en este último año particularmente desde entidades gubernamentales, tanto ciudad, provincia y nación, para generar no solo conciencia sino compromiso de utilización.
Me parece que el concepto de soberanía tiene que ver más con los datos que con el software.”

Podríamos empezar a esquematizar el estado de las cosas del siguiente modo: el Estado puede y debe marcar las leyes del juego, disponiendo el uso de sistemas operativos construidos en base a la libertad, solidaridad, trabajo comunitario y solidario. Bien. Pero un nuevo software demanda nuevas mentes, nuevos usuarios. La costumbre, las reglas de juego impartidas desde el sector privado no se adecúan a estas herramientas. Insistimos, si cambia la escenografía, los actores que quedan en escena deben ser re-instruidos. Volvemos a lo que proclamaba Bursztyn: saber usar los conceptos. En la misma línea se pronuncia Castrillo:
“Para nosotros la informática en la escuela es programar y no ofimática, como se enseña hoy en día debido a la “ayuda” de las corporaciones. Así era cuando yo tuve informática en la escue­la: programar. En Huayra incluimos un montón de herramientas de desarrollo de software que viene con las netbooks: desde programar apli­caciones con base de datos, webs, de ventanas, frameware para el desarrollo de videojuegos, de consolas. Hay un montón de herramientas de desarrollo de programación y anexas, por ejem­plo para HTML, CSS, THP, gráficos vectoriales, edición de imágenes, íconos. Inclusive te podés hacer tu propia película en 3D tipo Toy Story. Desarrollamos Huayra desde Huayra.”

Se trata de una cuestión trascendental. El soft­ware libre, no privativo, posiciona a los usuarios como creadores, sujetos capacitados para desa­rrollar. Se trata de despojar la interfaz impuesta por los sistemas de códigos cerrados que pregonan por un usuario mecanizado, limitado a repetir al infinito las mismas operaciones. Una y otra vez.

Liberar el software es liberar las conciencias, es dar rienda suelta a comunidades que trabajan mancomunadamente cuestionando el orden de modo permanente, buscando la mejoría constan­te, la optimización; todo en un contexto de tra­bajo colectivo, fraternal y solidario, donde las je­rarquías se van disipando. Suena utópico, pero es real. Quizás intangiblemente real, pero real al fin.


ACÁ ESTÁ EL SOFTWARE PARA LA
LIBERACIÓN

Según Castrillo, el desarrollo del software libre significará desalentar la reproducción de un “sis­tema privativo para garantizar cuestiones de seguridad informática, pero también significa independencia tecnológica: se trata de un soft­ware que podemos adaptar, manejar. En ello pueden trabajar colaborativamente universi­dades, docentes, estudiantes, desde cualquier lugar de la Argentina. Una cuestión de costos. En lugar de pagar licencias de uso, el recurso es para el desarrollo, y ese capital intelectual queda en el país.”

La incorporación del software libre a través del plan Conectar Igualdad alienta a la transforma­ción de la matriz de producción y reproducción tecnológica y desalienta la inserción del software privativo en el ámbito de las escuelas.
Concluyendo, si alentamos a una transformación in­tegral hacia un software libre, colaborativo e inclu­sivo, sin dudas estaremos asistiendo a un verdadero proceso de emancipación de nuestro pueblo.


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