► Nota: SANTIAGO NOGUEIRA
PROGRAMADORES DE LA LIBERTAD
Actualmente, la Universidad Tecnológica
Nacional es sin dudas un actor de vanguardia en este programa político y
cultural que pregona la autodeterminación tecnológica. Este año el Concejo
Directivo de la Facultad Regional Buenos Aires (FRBA) de la Universidad
Tecnológica Nacional (UTN) aprobó el proyecto de “Soberanía Tecnológica” en el
que se declaró “de interés institucional y educativo el uso, promoción e
investigación para el desarrollo y enseñanza del software libre en la misma
facultad y su integración en todas las áreas donde sea competencia la enseñanza
y uso de las tecnologías de la información.
Andrés Bursztyn, actual Director de la
Carrera de Ingeniería en Sistemas de la Información FRBA afirma:
“Tenemos un compromiso y lo referencio
a una obligación. Yo soy graduado de esta universidad, de la carrera de
Ingeniería de Sistemas de la Información. Cuando yo estudiaba y cuando terminé
de estudiar había ciertas metodologías, ciertos lenguajes de programación, o
ciertos equipamientos que no existían. Pero al darme las bases conceptuales, yo
hoy puedo tranquilamente trabajar o con este lenguaje o con esta tecnología que
salió hace poco: porque damos las bases conceptuales.
El
software específico lo usamos como excusa para reforzar la práctica desde un
concepto. Eso nos da la apertura de hacer una actualización permanente del
software. Se aprende un concepto relacionado con una herramienta. La práctica
la podés hacer con varias herramientas, porque siempre la podés hacer con más
de una (cuando digo herramienta, me refiero al software).
Lo que no concibo es que vos hagas uso
de software comercial por desconocimiento de que existe la alternativa.”
La reflexión de Bursztyn identifica la
clave del éxito en el camino de la liberación hacia nuevos sistemas: la
liberación de los datos. Valora el esfuerzo del gobierno argentino en pos de
instalar en la agenda la disponibilidad de los datos:
“Generar esa conciencia en cada una de
las instituciones gubernamentales, para que no solo se trate de software libre,
sino de datos abiertos. Porque esto es lo importante, yo puedo utilizar una
herramienta, un software libre, pero… ¿y los datos? Si los datos los guardo
en el motor de un software propietario, me estoy perdiendo una parte.
Conozco que hay muchas iniciativas, en
este último año particularmente desde entidades gubernamentales, tanto ciudad,
provincia y nación, para generar no solo conciencia sino compromiso de
utilización.
Me parece que el concepto de soberanía
tiene que ver más con los datos que con el software.”
Podríamos empezar a esquematizar el
estado de las cosas del siguiente modo: el Estado puede y debe marcar las leyes
del juego, disponiendo el uso de sistemas operativos construidos en base a la
libertad, solidaridad, trabajo comunitario y solidario. Bien. Pero un nuevo
software demanda nuevas mentes, nuevos usuarios. La costumbre, las reglas
de juego impartidas desde el sector privado no se adecúan a estas herramientas.
Insistimos, si cambia la escenografía, los actores que quedan en escena deben
ser re-instruidos. Volvemos a lo que proclamaba Bursztyn: saber usar los
conceptos. En la misma línea se pronuncia Castrillo:
“Para nosotros la informática en la
escuela es programar y no ofimática, como se enseña hoy en día debido a la
“ayuda” de las corporaciones. Así
era cuando yo tuve informática en la escuela: programar. En Huayra incluimos
un montón de herramientas de desarrollo de software que viene con las netbooks:
desde programar aplicaciones con base de datos, webs, de ventanas, frameware
para el desarrollo de videojuegos, de consolas. Hay un montón de herramientas
de desarrollo de programación y anexas, por ejemplo para HTML, CSS, THP,
gráficos vectoriales, edición de imágenes, íconos. Inclusive te podés hacer tu
propia película en 3D tipo Toy Story. Desarrollamos Huayra desde Huayra.”
Se trata de una cuestión trascendental.
El software libre, no privativo, posiciona a los usuarios como creadores,
sujetos capacitados para desarrollar. Se trata de despojar la interfaz
impuesta por los sistemas de códigos cerrados que pregonan por un usuario
mecanizado, limitado a repetir al infinito las mismas operaciones. Una y otra
vez.
Liberar el software es liberar las
conciencias, es dar rienda suelta a comunidades que trabajan mancomunadamente
cuestionando el orden de modo permanente, buscando la mejoría constante, la
optimización; todo en un contexto de trabajo colectivo, fraternal y solidario,
donde las jerarquías se van disipando. Suena utópico, pero es real. Quizás
intangiblemente real, pero real al fin.
ACÁ ESTÁ EL SOFTWARE PARA LA
LIBERACIÓN
Según Castrillo, el desarrollo del
software libre significará desalentar la reproducción de un “sistema
privativo para garantizar cuestiones de seguridad informática, pero también
significa independencia tecnológica: se trata de un software que podemos
adaptar, manejar. En ello pueden trabajar colaborativamente universidades,
docentes, estudiantes, desde cualquier lugar de la Argentina. Una cuestión de
costos. En lugar de pagar licencias de uso, el recurso es para el desarrollo, y
ese capital intelectual queda en el país.”
La incorporación del software libre a
través del plan Conectar Igualdad alienta a la transformación de la matriz de
producción y reproducción tecnológica y desalienta la inserción del software
privativo en el ámbito de las escuelas.
Concluyendo, si alentamos a una
transformación integral hacia un software libre, colaborativo e inclusivo,
sin dudas estaremos asistiendo a un verdadero proceso de emancipación de
nuestro pueblo.
Lee el nro 9 completo!
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