1000x10 es una propuesta innovadora que utiliza el arte como medio
para difundir y promover
la soberanía alimentaria a partir de la distribución de postales
con semillas orgánicas. La autogestión de alimentos sanos como vía de recuperación
y motivación de la conciencia.
¿Sabés lo que comés? ¿sabés de dónde proviene?
Interrogantes elementales como disparador de esta iniciativa.
Cristóbal Rodríguez y Agostina
Uribarri, sus miembros fundadores, nos cuentan todo acerca de este
creciente proyecto.
¿A partir de qué y cuándo surge 1000x10?
Cristóbal: Arrancamos hace 2 años, yo estudiaba producción
agropecuaria y un día charlando con un amigo, me preguntó “¿es verdad que el pochoclo que comemos en
el cine viene del maíz?” Me quede pensando si me lo estaba preguntandoen serio... Yo
vivía en Bahía Blanca y él siempre me acompañaba al campo, no era alguien que nació y vivió
toda la vida en la ciudad.
Entonces empezó a maquinarme un poco ese tema: la gente no sabe de
dónde proviene lo que come y/o consume. Era algo básico y muy importante, por lo
menos yo tenía conocimiento sobre ello. Entonces se me ocurrió sacar postales con semillas. Quedo
ahí, en una idea.
Agostina: Justo después -yo estudio Arte- surge la posibilidad de
armar un proyecto en la materia Lenguaje Visual. Nos evaluaban una presentación que tenía que ver con
la intervención urbana, entonces le comento a él (Cristóbal) que voy a empezar
a armar la idea que había tirado (postales con semillas) como intervención urbana.
Ahí se sumó Majo Caporaleti, que es una artista plástica que estudiaba conmigo
y armamos toda una presentación del desarrollo del proyecto. Pero no lo
concretamos, planeamos el recorrido del proyecto, el cómo sería, toda la base
teórica y conceptual de a dónde queríamos llegar. También hicimos unas pruebas de
imagen, pero lo que presentamos fue una especie de video donde se planteaba la
acción.
La obra en sí era eso, era la proyección.
Cuando lo presentamos mucha
gente nos decía “¿pero por qué no lo hacen?” La primera idea fue armar un
proyecto interdisciplinario, partimos del arte a unirnos con la huerta. A
medida que fue pasando el tiempo nos fuimos dando cuenta de que nos cruzábamos con
gente que nos daba una mano en su área. Por
ejemplo, alguien que sabe de programación nos brindó el armado de la página,
que de cierta forma nos abrió la comunicación global.
Él puso su granito de arena y así varios. Todo esto se dio de manera
espontánea, con gente que te vas cruzando en el camino. En realidad es un colectivo, más
allá de que la idea surgió de nosotros dos, esto se fue abriendo y hay un montón de gente que fue
aportando. Muchos artistas plásticos nos ayudaron cada vez que hacíamos algo, nos
pintaban murales, etc.
Cristóbal: Muchos de ellos ilustraron nuestras postales. Más adelante,
la idea es salir con postales de ilustración y no tanto con fotos.
¿Cómo fue el proceso de concreción de la idea?
Cristóbal: En un principio fue muy loco, la gente nos decía “¿esto va
a salir?”. La idea estaba en que salga, pero no teníamos los recursos. Lo que nos planteamos en un
primer momento fue no tener que destinar fondos propios para financiar el proyecto, pero
tampoco venderlo, queríamos que fuera algo de distribución gratuita.
Agostina: Justo salió un plan de beca del IUNA y como el proyecto lo
teníamos armado, lo mandamos para ver qué pasaba y salió becado. Esto facilitó el lanzamiento de la primera tirada que fue de 2.000
postales.
Cristóbal: Fueron postales convencionales de 10x15cm y sacamos 2000 en
una calidad más baja. Embolsamos las semillas -todo a mano- y salimos. Nos
ayudó mucho ir al Galpón donde conocimos a Laura Tanzariello, que es la
técnica del INTA de Capital, de ProHuerta.
Agostina: Porque el tema era que teníamos la gráfica pero no tenemos
las semillas…
Cristóbal: El dinero de la beca no alcanzaba para comprar las
semillas, solamente cubría el presupuesto para la gráfica.
Agostina: También sucedía que
comprar semillas no es algo sencillo. ProHuerta trabaja con productos
orgánicos, entonces fue ahí que generamos el contacto con Laura Tanzariello, quien
consiguió que el INTA provea las semillas para el proyecto. ProHuerta da unos
kits que tienen un poquito de cada semilla, de verano, invierno, etc. Nosotros
no necesitábamos eso, necesitábamos un montón de un solo cultivo, que en ese
momento era pimiento y rúcula.
Era como un pedido atípico, pero
la verdad es que ella (Laura) se movió para conseguir lo
que precisábamos.
¿Cómo hicieron la distribución de las postales?
Cristóbal: Las distribuimos por un montón de lugares, un poco por Colegiales, Palermo,etc…
Cristóbal: Las distribuimos por un
montón de lugares, un poco por Colegiales, Palermo,etc…
Agostina: La idea era hacer una
intervención. Porque hay falta de conocimiento en la zona urbana de la
procedencia de los alimentos ya que se consume todo directo del supermercado y
no está ese contacto, como en el interior de la provincia, que uno puede tener
con el campo a través de huertas. Es decir, en el interior se conservan un poco
más las viejas costumbres de consumo y producir algo de lo que se consume es
una de ellas. Acá, en la ciudad, está todo empaquetado.
Apuntamos primero a lugares de
Palermo, de las zonas de la juventud, de una manera sorpresiva. Dejamos las
postales en los bares y en vez de sacar una postal convencional, sacabas una
postal que contenía una semilla y que a la vez te indicaba cómo plantar y
cuidar la planta.
El efecto es que lo que te llevás
implica una responsabilidad y es para tu casa. Después nos fuimos abriendo
porque era muy cerrada la visión que teníamos, en un punto. Porque sólo llegar
al área central urbana, si en realidad la necesidad existe en todos lados, no era
suficiente. Entonces nos empezamos abrir, aprovechemos el formato postal que
tiene esa capacidad de distribución masiva, y a cada uno de nuestros conocidos
que se iba de viaje le dábamos un pilón para que llevara a donde fuera. Así
empezamos a expandirnos y a abrir un poco más nuestras cabezas.
¿Cuál fue la respuesta de la gente?
Cristóbal: Nos sucedió que de
repente empezábamos a recibir mails de alguien a quien le había llegado y que
quería saber más. Esto disparó la idea de armar un área de comunicación digital,
la web. En un principio armamos el blog, para que trascendiera el hecho en sí,
para que la gente se informara más aun y continuara la comunicación de este
proyecto.
Desde ahí, por ejemplo, podías
preguntar o plantear cosas como “no me creció la semilla de rúcula que sembré”.
Nosotros respondíamos y despejábamos las dudas. Después empezamos a subir
información de los cultivos que sacábamos.
Agostina: También nos mandaban
fotos de cómo les había crecido la semilla. Ahí surgió la necesidad de que
trascendiera ese hecho y también el registro de lo que se iba haciendo.
Todo ese registro fue lo que nos
sirvió para realizar la segunda tirada de postales, de las cuales ya hicimos
5.000.
1000X10 ¿por qué?
Cristóbal: Porque iban a ser 1000
postales, en su momento, con 10 semillas de cada una.Ahora que esto se expandió
nos quedó chico, pero bueno…
Agostina: También viene de la idea
de multiplicar, que cada postal me permite obtener 10 plantas, y cada planta te
puede dar más semillas… y quedo ahí el nombre.
¿Cómo llegaron a las postales-almácigo?
Cristóbal: La segunda tirada salió
con el Centro Cultural de España. Se nos ocurrió hacer algo diferente con las
primeras postales, empezamos a innovar haciendo una especie de contenedor para
las germinaciones con las mismas postales. Hicimos unas pruebas y funcionaba, las
semillas plantadas ahí crecían.
Nos juntamos con Mary, una amiga de ella (Agostina) que nos ayudó a armar el recipiente, ya que es diseñadora industrial. Consiste en un cubo al que se le echa tierra y las semillas germinan ahí mismo. Funcionó y bastante bien.
Nos juntamos con Mary, una amiga de ella (Agostina) que nos ayudó a armar el recipiente, ya que es diseñadora industrial. Consiste en un cubo al que se le echa tierra y las semillas germinan ahí mismo. Funcionó y bastante bien.
Agostina: Funcionó y sorprendió,
la novedad también era plegarlo y poder reutilizar las postales, era algo más
lúdico. Esto posibilitó que docentes se interesaran en llevarlos a los cursos, escuelas;
porque los nenes se enganchan con la cuestión lúdica y como hay una tendencia de
que las escuelas hagan huertas, ahí empezó a surgir este tema de meternos más.
Cristóbal: Es que los chicos
tienen otras respuestas, son muy espontáneos, más naturales. Les das la postal
y les explicás cómo se arma; llegan a su casa y lo quieren hacer. Van, juntan tierra
y lo arman.
¿Cómo articularon el proyecto con el ámbito educativo?
Cristóbal: Yo estuve repartiendo
en algunos colegios. Lo repartí en diferentes cursos, en 2°grado les costaba un
poco y les tenía que explicar muy en detalle; después, un 5° grado fue la mejor
respuesta que tuve, es una buena edad para arrancar. Luego pasé a un curso de secundaria,
ahí muchos se coparon pero otros no tanto, es una edad complicada, se lo
tomaban en joda.
Agostina: El tema de los chicos
funciona muy bien, lo vemos acá en el Galpón de Chacharita porque es donde hay
una huerta de ProHuerta. En definitiva, es donde arrancó el proyecto. Ahí van
muchos nenes, llevados por sus padres. Esto te lleva a saber que todo lo que
comés viene de la tierra; por más packaging que tenga, necesariamente tiene que
estar cosechado en algún lugar. Cuando entendés esto, entendés la importancia
del agua, por la importancia del riego. La verdad es que si nos quedamos sin agua
no podemos cultivar nada, no podemos comer.
Te va llevando a entender el por
qué de las cosas y uno se va sintiendo parte de esta tierra. En un adulto
quebrar el paradigma es muy difícil, por lo tanto, es mucho más fácil enseñarle
de chico para que el día de mañana lo haga como de costumbre. Va a llevar a un
cambio de conciencia por lo menos, no es que a partir de ahí nosotros vamos a
llenar de plantas toda la ciudad. Sabemos desde un principio que nosotros somos
un grano de arena en este mundo.
Muchas veces nos preguntan cuál es
nuestro objetivo; el objetivo no es que con las semillitas todas las personas
que las reciban cosechen su propio alimento. No, para nosotros el objetivo es
generar conciencia.
¿Qué información acompaña las postales?
Cristóbal: Al principio, todas las
postales tenían información sobre cómo cultivar, es decir, profundidad de
siembra, cantidad de agua, etc. Después, en la segunda tirada, incorporamos información
de cómo armar el contenedor con la postal. Y ahora estamos trabajando con el Ministerio
de Desarrollo en el plan de agronomía alimentaria. Pusimos una información más general,
no tanto sobre el cultivo, sino más algo global para concientizar.
¿Dónde se pueden encontrar las postales hoy?
Cristóbal: Van a estar en el Patio
del Liceo y en la Fundación HuertaNiño. Hemos llevado a colegios. Perdimos
un poco el control de donde uno puede encontrarlas, ya que antes las
repartíamos nosotros; ahora muchas van de mano en mano, tal es así que le
entregamos al Ministerio de Desarrollo y éste lo repartió en Tecnópolis, y
fueron alrededor de 10.000 postales. Otro lugar donde pueden encontrarlas es en
El Galpón de Chacharita, en el sector de ProHuerta.
¿Cómo llegaron a vincularse con el Ministerio de Desarrollo?
Cristóbal: Por ProHuerta, tenemos
una muy buena relación con Laura Tanzariello (Técnica de ProHuerta). Después me
hice promotor de ProHuerta y nos invitaron a participar con los Growbags a
Tecnópolis. Llevamos los growbags allá y tuvieron una respuesta buenísima; los armamos
ahí. Una vez que los regás funcionan muy bien porque mantienen mucho la humedad
y la planta crece, casi no llevan mantenimiento.
Ahí conocí gente del Ministerio y
empecé a dejar las postales y se coparon. La gente del Ministerio nos dejó
repartirlas y después tuvimos una reunión y salió el proyecto con ellos. Sacamos
10.000 unidades y ahora estamos por sacar otras 20.000.
Como para entender la conexión, ¿cómo se articulaa el proyecto?
Cristóbal: Principalmente, a
través de ProHuerta, que es un programa que promueve el cultivo orgánico de
huerta de familia. El INTA aporta la parte de investigación. Ellos están financiados
por el Ministerio de Desarrollo y apoyados técnicamente por el INTA.
Agostina: ProHuerta tiene una idea
muy democratizante en sus prácticas porque intenta llegar a todos lados del
interior, huertas urbanas, El Galpón de Chacharita, Juan de Garay… hay una
ahora en un instituto psiquiátrico también.
Cristóbal: Arrancó como un
programa para huertas familiares en emergencia económica. Para que una familia
de bajos recursos pueda autoabastecerse y si llegara a tener un excedente de
producción, poder comercializarlo y tener un ingreso.
¿Cómo fueron las experiencias con el arte?
Cristóbal: Arrancó con el tema del
arte visual porque lo usamos como una herramienta para llegar a esto. Lo
primero que vas a ver de la postal es el frente, es la imagen que tiene. Por
eso siempre quisimos hacer ilustraciones. Y justo ahora estamos con la idea de
hacerlo realmente como nosotros queremos, así sigamos con el Ministerio o no,
queremos laburar con artistas.
Hicimos un montón de cosas,
arrancamos en el CCEBA, donde hicimos la presentación de las postales, pintamos
un mural, pintamos macetas.
Agostina: Algo que estamos haciendo es la intervención de una especie de macetas con unas bases anchas. Las típicas macetas de fibrocemento; les hicimos una base de madera, como si fuera la base de una escultura, pero en vez de tener una escultura, tenían una maceta. Y las macetas tienen cultivos. Entonces los artistas intervinieron esas macetas, las pintaron en el momento de la presentación, que era en vivo. Ellos estaban pintando mientras la gente estaba recorriendo la instalación de los growbags o se llevaban las postales. No vamos a colgar un cuadrito con las postales.
Era una actividad y después hubo
una charla donde la gente pudo hacer preguntas, tanto a especialistas técnicos
como a los artistas. Y cuando la charla
terminó la intervención estaba terminada también. Como que la gente se sintió
partícipe. Desde lo artístico es el mismo concepto, abrir el juego.
También hicimos otra muestra donde
la actividad era pintar un mural. En el video que está en la web se ve el mural
que se pintó ese día mientras se hacían actividades hortícolas en la misma
huerta.
Agostina: Somos un país
agroexportador y tenemos problemas con el tema alimentario. Básicamente, gente
que no tiene para comer.
Cristóbal: Este año tenemos
pensado arrancar en zona Sur, haciendo huertas en escuelas donde funcionan
comedores y que éstos puedan autoabastecerse, en parte, con lo cultivado.
Hoy en día tenemos una huerta
armada en esa zona y la verdad es que está bueno porque realmente lo necesitan
y lo toman como otra forma de consumir. Por eso está bueno laburar acá y allá.
También, en el barrio El Canario tenemos pensado hacer una huerta, como así también
en el barrio Don Orione. También hay proyectos junto a la Secretaria de Cultura
de Almirante Brown. Está la idea de poder hacer murales y algunos talleres de
arte.
Agostina: Entendemos el arte como
una herramienta. El arte en sí, su modalidad de comunicar, puede ser utilizado
como parte de una estrategia política. Hay empresas que están patrocinando el proyecto
¿cómo surgió la articulación con el sector privado?
Cristóbal: Fue muy raro, en
realidad, golpeando puertas. Cuando íbamos a hacer la presentación, necesitábamos
insumos que eran sustratos, macetas, sistema de riego por goteo, algunas
plantas. Entonces fuimos a golpear puertas; el “Vivero Mario” nos dio todo lo
que necesitábamos y también Sinteplast nos dio la pintura para el mural.
Después, la Fundación HuertaNiño , colaboró haciendo una cena de fin de año, y
como nosotros ya habíamos impreso las postales le pegaron el loguito de ellos
uno por uno y las repartimos en esa cena.
¿Qué les gustaría transmitir a la gente como lo esencial del proyecto?
Cristóbal: Más que nada, el tema
del auto-cultivo, que la gente se anime a sembrar, que vean que es muy fácil
con la información adecuada. Imaginate que hasta en un balcón que le dé el sol
3 o 4 horas por día es suficiente para cultivar. Ojo, no quiero decir que te va
alcanzar como para que no vayas al supermercado, pero podes minimizar la compra
y además entender un poco más sobre los ciclos de una planta. Consideramos que éste es el punto que nos
gusta transmitir.
Agostina: También la actividad que estamos realizando, el accionar,
producir, hacer, moverse, el relacionarse con gente. Esta cuestión del movimiento,
del no quedarse, del compartir, de mostrarle a la gente que se pueden hacer cosas.
E-mail: proyecto1000x10@gmail.com
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