jueves, 7 de marzo de 2013

DISEÑO, UNA FORMA DE PENSAMIENTO


► por DANIEL ZAKUSKI  - Coordinador de Contenidos Especial “¿Sustentabilidad y Diseño?” 

Cuando la gente piensa en Diseño, comúnmente lo asocia a una cuestión estética, a los productos de consumo, a lo distinto (o mal llamado innova­dor), a la moda y a lo costoso y, ciertamente, a lo frívolo. Esta mirada tiene su raíz en la orien­tación que ha tomado esta disciplina a partir de la industrialización y la expansión de los merca­dos, de la mano del desarrollo del Marketing como herramienta sujeta a los lineamientos que éstos dictan, orientado a la manipulación de los deseos y el alejamiento de las verdaderas necesidades. Esto trajo como consecuencia décadas de utiliza­ción del diseño y de los diseñadores por parte de las empresas con el fin de vender más y conseguir mayor rentabilidad, en perjuicio de la satisfacción de las necesidades reales de la gente y la sociedad en su conjunto. 
Pero ¿qué es Diseño? Sintéticamente, podríamos decir que lo esencial del Diseño es “pensar antes de hacer”. Sí, el Diseño está determinado por el proceso por el cual se llega a un resultado desea­do que, comúnmente, llamamos “diseño” o “de diseño”. O sea, llamamos de la misma manera al proceso por el cual se llega a ese resultado y al resultado mismo; confundimos el proceso con el resultado de ese proceso. 
A diferencia de lo que comúnmente se cree, el diseño no es consecuencia de un momento de ins­piración sino que ese momento que llamamos “de inspiración” es consecuencia de un arduo trabajo de búsqueda de información y análisis. 

Ahora, algunas definiciones que reflejan lo anterior: 

“Lo esencial de la tarea de diseñar reside en la capacidad de imaginar cómo se comportarán las cosas antes de que existan”. André Ricard. 

“El proceso de diseño consiste en saber adónde quieres ir, descubrir las formas de llegar allí y tener en cuenta los distintos factores implicados.” Edward De Bono. 

“Diseño es formular un plan para satisfacer una necesidad humana”. Joseph Edward Shigley y Charles R. Mishke. 

Es importante hacer notar que ninguna de las de­finiciones anteriores hace referencia a los produc­tos o a la producción directamente y, menos aun, a la cuestión estética generalmente asociada al Diseño. Estas definiciones hacen referencia a for­mas de pensar y de hacer, a obstáculos y caminos, y a fines que tienen que ver con las necesidades de la gente, tanto de aquellas que realizan una ac­tividad como aquellas que reciben sus beneficios. 
Miles de diseñadores se forman cada año en uni­versidades regidas por intereses privados e indi­viduales, donde las grandes marcas o la marca propia parecen ser el principio y el fin del diseño. 


Lo meramente bello o la preocupación exclusiva por lo estético no es lo que debiera de entenderse por diseño, a lo sumo es estilismo. Si no se pien­sa también en la funcionalidad, contexto, usuario concreto o consecuencias socio-ambientales que acarrea, es solo manipulación para el consumo. 
En definitiva, el Diseño es una herramienta para conectar aquello que tenemos y que somos hoy, con aquello que deseamos tener o ser en un futu­ro, y que sirve para ir orientando y construyendo ese puente. 
El proceso de diseño puede, pues, ser pensado como un método de aplicación a otras disciplinas y a la vida en general, en pos de la resolución de problemas y detección de necesidades a satisfacer. 
Nos proponemos en este número hacer un recorri­do que permita desestructurar el diseño, humani­zarlo y salir así de la mercantilización en la que está inmerso. El objetivo es mostrar la amplitud de criterios y correr el foco del diseño puesto en los diseñadores y de la sustentabilidad puesto en lo ambiental.


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