martes, 11 de diciembre de 2012

Democracia y Soberanía Alimentaria: ¿La comida y tu salud es tu soberanía?

Por Rodrigo Rapoport

Quisiera permitirme reflexionar un poco sobre el por que vivimos en democracia. Quizás pocos se cuestionen eso pero es algo que siempre estuvo, para bien y para mal. Vivimos en una democracia representativa. Los gobernantes que son votados por los gobernados toman las decisiones supuestamente para encontrar el bien común de todos y efectuarlos. Ellos deben buscar satisfacer la resolución de todos los conflictos como dar solución a nuestras necesidades básicas.

El problema es el siguiente: Las necesidades básicas de los seres humanos, ¿están resueltas? Y con esto me refiero a un techo que nos cubra del frio y del calor, agua para beber y bañarse, ropa para vestirse y abrigarse, transporte para movilizarse y comida (en la cual nos detendremos más adelante). Sabemos que en el mundo occidental existen cada vez más los “homeless” cuando sobra el metro cuadro de tierra por habitante para construir cualquier tipo de bioarquitectura. El agua potable es uno de los asuntos mas complejos ya que el acceso se complejiza para 800 millones de habitantes del mundo, cuando es reconocido que hay muchos mecanismos para ir mejorando esta situación pero todo depende de como nos relacionamos con nuestro medio ambiente.  Y si seguimos con las últimas tres, son la demostración de esta sinergia recientemente negativa entre los seres humanos y el medioambiente. La tecnología predominante en nuestras sociedades va en contra de la naturaleza, pensando que se puede manipular, cuando solo utilizando y entendiendo sus ciclos es que podremos vivir armónicamente y volver a retomar la soberanía de nuestras necesidades básicas.

¿Cuando compramos realmente leemos los componentes con los cuales fue realizado ese producto? ¿Sabemos si lo que vamos a comer nos va producir mayor salud o nos va producir algún tipo de pesadez o una simple enfermedad? ¿Nuestros abuelos conocieron más o menos especies de hortalizas y frutas que nosotros? ¿Qué podemos esperar de nuestra alimentación cuando queremos comer todo lo mismo durante todo el año? Los números no mienten. Supuestamente, luego de la Revolución Verde tan prometida después de los setenta, pareciera que la salud de las enfermedades “auto-inmunes” se despegaron conjuntamente con el valor del petróleo. Perdimos la idea básica de dónde venía nuestro alimento, de cómo sembrarlo y cosecharlo, de cómo utilizarlo en nuestras cocinas. Las antiguas redes de intercambio de semilla pasaron a ser algo que perdimos y estamos volviendo a recuperar.

Entonces la pregunta es: ¿Quién ha decidido o consentido esta visión donde perdimos la soberanía? O mejor dicho, ¿importa esta pregunta o es preferible descubrir que somos soberanos sin saberlo? Thomas Jefferson, uno de los principales padres fundadores de Norteamérica, mencionaba que no había posibilidad de una democracia sin hombres y mujeres que pudieran tener autonomía económica, ya que podrían ser manipulados. En este sentido, este filósofo político veía un mundo descentralizado, pensado como pequeñas redes de campesinos que buscaban la mejoría de sus localidades a través de actividades que promocionaban mayor autonomía y sinergia entre partes. ¿Qué ha pasado con esa visión democrática? Quizás lo más importante sea comprender que este pensador llegó a advertir las consecuencias negativas de no actuar como soberanos de nuestras necesidades básicas.  






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