lunes, 4 de febrero de 2013

Nuevo Aire

Sabías que en la sección NUEVO AIRE compartimos investigación, divulgación científica y opinión ???


Esto pasó en esta sección del ANUARIO 2012 !!!

FETICHES ANIMADOS DE AYER Y HOY

► por LU GAITÁN

En un mundo en el que todo es mercancía, en el que todo es pasible de ser vendido, comercializado, ¿qué
precio se le puede poner a las emanaciones de gases a la atmósfera? ¿Con qué dinero puede pagarse ese daño? ¿Los problemas generados podrán ser resueltos con el dinero que llegue al Estado a través de impuestos? ¿Utilizará el Estado ese dinero para la investigación y desarrollo de tecnologías que puedan revertir el impacto ambiental de las industrias? En este marco de crisis de gran capital, y más allá del dilema ético, ¿podrán las empresas pagar esos costos impositivos? 

Suponiendo que la gran crisis de los países centrales pueda revertirse; que la actividad económica e industrial se reactive; y que no haya altísimos índices de desempleo, se generarán mayores emanaciones de dióxido de carbono a la atmosfera. He aquí la tensión entre Crecimiento Económico, entendido de la manera tradicional, y Sustentabilidad. El supuesto del cual parten la mayoría de las ideologías es que todos los países del mundo tienen que crecer y eso conlleva, necesariamente, a un aumento del efecto invernadero. Ante la crisis, hay algunas voces que sostienen que el Estado tiene que intervenir más, adoptando políticas  keynesianas con un matiz verde. Pero esto sería una solución paliativa en todas partes ya que, a mayor crecimiento, mayor utilización de recursos naturales. Mayor uso es también mayor explotación y por ende, generación de un daño que no será reversible. 

El petróleo está llegando a un pico de extracción. El resto del petróleo que queda está en lugares de difícil acceso, requiriendo un gran costo de dinero y energía para extraerlo. Se localiza en lugares donde habitan poblaciones indígenas o lugares de una gran biodiversidad, como el Amazonas. Y lo que está claro es que el resto de los combustibles fósiles que quedan no deberían utilizarse en los próximos años porque eso iría en detrimento de un futuro en armonía con la vida en el planeta, minando la biodiversidad, generando mayor deforestación, mayor contaminación. Un “boom” económico solo generará mayores emanaciones de gas carbónico. Lo que debe debatirse es un principio de justicia ambiental. Los pobres del mundo, los países no industrializados o con escasa actividad, no son igualmente responsables del cambio climático que los países más industrializados como Estados Unidos, Japón, Rusia, China, Alemania, etc. Debe realizarse una ransición energética, es preciso. Se celebra la nacionalización de YPF, porque resulta imposible legislar y regular sobre una entidad extranjera. Pero eso no implica que se vayan a desarrollar combustibles alternativos ni que se vaya a desalentar el uso de automóviles. Por el contrario, en Argentina, pareciera que la demanda medioambiental pertenece a sectores que solo tienen la intención de criticar al Gobierno Nacional, o bien, a la movida superficial, lavada y verde del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Eventualmente, ante algún conflicto, aparecerán los legítimos reclamos de asambleístas del Noroeste Argentino pero puede llegar a parecer que se trata solo de un conflicto local que plantea la falsa dicotomía entre trabajo e inversión extranjera en contraposición con el cuidado de los recursos naturales. 

DESHACIENDO MÁS SUPUESTOS

La demanda por un medio ambiente conservado en perfectas condiciones no es solo de los sectores medios,
gente que no tiene que preocuparse por llegar a fin de mes y que elige indignarse por la extracción de minerales a cielo abierto. Si bien esto no tiene nada de malo ni de cuestionable, hay movimientos iniciados en los sectores populares que, sin un nombre que los identifique o agrupe bajo una categoría (feministas, comunistas, ecologistas), protestan porque su vida está en juego. Muchas veces se trata de pobladores rurales o pueblos originarios de esas tierras que ven amenazada su supervivencia. Pero no solo por el petróleo o por deforestación protestan estos sectores sin rótulo. Existe en la actualidad un conflicto grande entorno al lugar en donde se ubicará la basura que se genera en las grandes ciudades. Estos movimientos locales forman redes, reciben el apoyo de personas de otros países, generándose así lazos globales sobre problemas locales. Estas resistencias se van retroalimentando, porque no se trata de demandas hiper pequeñas; son conflictos sobre el planeta, sobre los modos de vivir, sobre cómo nos relacionamos y cuáles
son las pequeñas revoluciones que pueden realizarse sin participar directamente de la órbita gubernamental.

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